Paysandú, Sábado 09 de Octubre de 2010
Opinion | 02 Oct Esta noche, más precisamente a las 2 de este domingo, la hora debe adelantarse 60 minutos en todo el territorio nacional, según lo establece el decreto de Presidencia de la República, aprobado en 2006 durante la Presidencia del Dr. Tabaré Vázquez, con el argumento de que de esta forma se logra un ahorro energético. Además, indica la resolución presidencial que con esta medida se procura evitar el pico de consumo que se registra en el verano y mejorar el factor de carga diario, por lo que todos los primeros domingos de cada octubre la hora se adelanta 60 minutos y el segundo domingo de cada marzo, también a las 2, se retrasa también una hora. En fin, “al que no quiere caldo, dos tazas”, como sostiene el refrán, ya que en lugar de disponerse una medida de esta naturaleza de acuerdo a las circunstancias que se den cada año, en el mejor de los casos el ex presidente Vázquez “cortó por lo sano” y dejó vigente un decreto pese a los reclamos del Interior, el gran perjudicado por el cambio. Lamentablemente José Mujica, ex ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, quien tiene amplio conocimiento de la forma en que se trabaja y se piensa en el Interior, dejó vigente el decreto y consecuentemente ha actuado de espaldas al Interior, donde el verano se manifiesta en forma muy distinta a como lo hace en Montevideo y el este del país, a los que se pretende favorecer con la medida. Es sabido que el “ahorro” aludido ni siquiera superaría el uno por ciento, pero incluso sin que nadie haya realmente demostrado que efectivamente se logra siquiera este magro porcentaje. Pero lo que es favorable para el turismo y para que los montevideanos, sobre todo los funcionarios públicos, puedan estar una hora más en la playa, implica sin embargo afectar a miles y miles de ciudadanos del Interior que ante los rigores de las temperaturas del estío no tienen tregua para el necesario descanso en las noches en las que muchos deben aguardar la madrugada para tener un respiro al calor que no afloja, y que sin embargo igualmente deben madrugar para trasladarse a sus lugares de trabajo sin haber descansado lo suficiente. Como tantas y tantas cosas que se hacen en nuestro país, estamos ante una decisión centralista que en mayor o menor medida han aplicado gobiernos de todos los partidos, pero sin que ninguno haya llegado antes al extremo de dejar fijo un decreto de casi seis meses de extensión, ignorando expresamente al Interior, al país “de segunda” al que se le pide trabajo y sacrificio, pero al que nunca se lo incluye en las maduras.
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