Paysandú, Sábado 09 de Octubre de 2010
Locales | 05 Oct Los recientes episodios suscitados en Ecuador, ante la insubordinación de un núcleo de integrantes de sus servicios policiales, no deben estar al margen del comentario, en particular ante el apoyo que su actual presidente, pero por encima de todo su régimen institucional democrático, recibió de la comunidad internacional.
Sin perjuicio de señalar que desde hace cierto tiempo dicha nación latinoamericana ha debido hacer frente a problemas de orden político e institucional sin duda importantes (piénsese que desde 1996 su presidencia fue ejercida por ocho ciudadanos) desde que en 2007 fue electo Rafael Correa se ha desenvuelto su actual régimen institucional, el cual afortunadamente se ha sumado a los de raigambre constitucional que, al margen de existir entre ellos diferencias no pequeñas, indican que en nuestro continente prevalecen los regímenes de tal índole.
Por ello se debe destacar, por la trascendencia que tiene, el hecho de que el presidente Correa y el régimen que encabeza haya recibido el apoyo de la comunidad internacional, pues en tal sentido se pronunciaron la ONU, la OEA, la Unión Europea, los estados latinoamericanos a través de la urgente reunión presidencial realizada en Buenos Aires, que contó con la asistencia del presidente Mujica; también tuvo apoyo del gobierno de EEUU. A estar por los términos de las informaciones trascendidas, la Unasur condenó la sublevación en la cumbre presidencial convocada de urgencia en dicha ciudad, y dispuso que los cancilleres de los países miembros viajaran con urgencia a Quito para expresar el referido apoyo al presidente Correa.
El motivo invocado para tan poco comprensible rebelión que, tal como se ha expresado, fue realizada por un núcleo de funcionarios de índole policial, fue discrepar con la negativa del presidente a vetar una ley que introducía rebajas a ciertos rubros de sus remuneraciones. Ello dio lugar a que Correa fuera agredido, lesionado e internado en un hospital policial, donde permaneció varias horas; no obstante pudo desde allí mantener con firmeza su tesitura.
El apoyo de la institución militar, que enfrentó a los disidentes, trajo finalmente la restitución del orden público vulnerado y el reintegro del presidente al ejercicio de la primera magistratura.
El hecho se debe recibir con satisfacción, en cuanto en lo sustancial importa mantener la plena vigencia del orden constitucional, con todo lo que ello significa para la vigencia y defensa de los derechos fundamentales. Concretamente para quienes promovieron tan negativa actitud, para que puedan pugnar por sus puntos de vista al margen de la fuerza, por la vía normal dentro del ordenamiento institucional, a través de la invocación de razones, por los procedimientos que, normalmente, en tales ordenamientos, se deben seguir para las respectivas peticiones. Pero, paralelamente, al margen de la satisfacción que provoca que tal intento de vulnerar el orden jurídico-constitucional haya sido superado, es pertinente señalar que es deseable que el presidente Correa advierta que no es razonable su tesitura, muy frecuente, consistente en descalificar duramente al disidente, como fue común también durante el desarrollo del episodio que se comenta, utilizando severos adjetivos. Vale decir, algo que olvida que es más eficaz el empleo de sustantivos que el de adjetivos.
Tales los conceptos sustanciales que se entiende pertinente emitir ante tan importante episodio.
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