Opinion | 11 Oct El estado de salubridad de una ciudad no es responsabilidad exclusiva de los servicios públicos de limpieza, sino de toda la comunidad. Sin embargo, es frecuente ver en lugares públicos conductas ciudadanas que atentan contra ese objetivo y ciudadanos haciendo en lo que es de todos, lo que no harían en sus casas. Desde la persona que circula en su vehículo y arroja por la ventanilla la botella del refresco que terminó de consumir, hasta el que sale del quiosco y arroja el papel de caramelos en la vereda aunque a tres pasos tenga una papelera; o aquel que, estando en la plaza, desecha la yerba del mate detrás del banco en el que está sentado por no caminar un par de metros hasta donde está el depósito de residuos. Si estas cosas ocurren en el centro, donde los servicios de limpieza son diarios y donde las plazas son también lugares a los que se destina personal para mantener la pulcritud, la situación es bastante más difícil en los barrios más alejados. En algunos de los de nuestra ciudad, especialmente en terrenos baldíos o en el espacio público junto a la calle en zonas suburbanas, siguen apareciendo basurales. Se trata de lugares en los que la gente arroja bolsas de basura con desperdicios y hasta animales muertos. Estas acciones son periódicamente denunciadas por los vecinos del lugar, quienes a la postre son los más perjudicados. Y si bien muchas veces se hacen jornadas de limpieza para erradicarlos o la Intendencia envía funcionarios y maquinaria para limpiar, vuelven a surgir como hongos. Hasta el momento, las autoridades no han podido o sabido resolver este problema que, sin embargo, requiere soluciones urgentes y de carácter permanente. Así como la Dirección de Tránsito exhortó a la ciudadanía a aportar fotos de conductores en infracción, quizá pueda ser una buena idea solicitar lo mismo en relación a quienes atentan contra la higiene de la ciudad. Más allá de esto, se impone un llamado a la conciencia y la responsabilidad ciudadana, máxime teniendo en cuenta que los basurales son sitios ideales para la proliferación de insectos y alimañas que significan un atentado a la salubridad pública.