Paysandú, Martes 19 de Octubre de 2010
Opinion | 17 Oct La reinauguración del Gran Hotel Paysandú, en su primera etapa, conlleva no solo la recuperación de un edificio emblemático para Paysandú, y cuyo abandono constituía una afrenta y un rezago para el departamento, sino una apuesta de seis empresarios locales y dos argentinos a la participación en un desarrollo turístico que es todavía muy incipiente pero para el que se cuenta con un potencial indudable en nuestra región.
A un costo estimado en unos tres millones y medio de dólares, la inversión conlleva incrementar en aproximadamente un veinte por ciento la menguada capacidad hotelera de Paysandú, que era absolutamente insuficiente en fechas pico del movimiento turístico, pero que era también saturada rápidamente en ocasión de celebrarse eventos en nuestra ciudad.
Durante varios años, demasiados, los sanduceros hemos asistido en apariencia resignados al cierre del Gran Hotel, que en su momento fue un gran aporte del Banco de Seguros del Estado en el área hotelera, pero que tuvo problemas de gestión en las concesiones y lo que ha sido peor aún, no fue actualizado en el tiempo en cuanto a la oferta de calidad y capacidad.
En esta primera fase el emprendimiento ofrece 62 habitaciones y 133 camas, en un nivel de cuatro estrellas y sobre todo en la perspectiva de que signifique un elemento removedor para el turismo en la zona, desde que este aumento de capacidad seguramente reúne entre sus virtudes el tener un efecto regenerativo en la demanda, cuando se sepa que existe una oferta adicional en un mercado caracterizado por un déficit en la materia, lo que implica una mayor captación de contingentes turísticos ya en el corto plazo.
Pero sobre todo corresponde saludar que capitales locales, asociados en esta ocasión a inversionistas argentinos, asuman el desafío de encarar un emprendimiento de riesgo en un área que tiene ante sí muy buenas perspectivas tan pronto se logren sucesivas inversiones en infraestructura y tanto operadores como gobernantes trabajen con una visión regional que hasta ahora no se ha tenido, salvo en muy contadas ocasiones.
Es verdad que desde el punto de vista estadístico, con este emprendimiento en suma lo que se ha hecho es recuperar una capacidad hotelera que Paysandú había perdido hace ya varios años en el marco de un proceso de decaecimiento del Gran Hotel y su posterior cierre, a lo que se agregó un proceso licitatorio muy demorado, como todo lo que ocurre en el ámbito del Estado.
Pero principio quieren las cosas, y como sostiene el refrán, detrás del bagre viene la sarta, lo que explica que se necesite un impulso inicial para animar al resto a adoptar decisiones en el mismo sentido, y es así que también están en carpeta en el ámbito del Ministerio de Economía y finanzas propuestas de inversión destinadas a la perforación y explotación termal en la zona de ex Corrales de Abasto y del arroyo San Francisco, en tanto se aguarda contar con la financiación para un proyecto hotelero de envergadura en el entorno del obelisco.
No puede soslayarse en el contexto de estas reflexiones, además, el carácter innovador y sobre todo de liderazgo en este tipo de edificios que significa la incorporación de un equipamiento para calentamiento de agua en base a paneles solares, un sistema energético que evidentemente está subestimado en cuanto al gran potencial que tiene en nuestra zona, donde es posible elevar significativamente la temperatura del agua durante la mayor parte del año y que si bien amerita una inversión inicial importante, es amortizable en pocos años ante el ahorro energético que se logra.
Es cierto, este emprendimiento de hoy no puede hacernos olvidar que durante demasiados años hemos asistido a un alicaído espíritu de Paysandú, aquel elemento removedor tan especial que prohijó el desarrollo industrial sanducero de la década de 1940, y que generó fuentes de trabajo directas e indirectas para miles de sanduceros que fueron el cimiento del Paysandú que fue abanderado del desarrollo en el Interior.
Pero sí da la pauta de que de una u otra forma siempre está latente la motivación para ir a más, de estar a la expectativa de que se presenten las oportunidades, y que de lo que se trata es de conjugar la visión con el esfuerzo y el espíritu emprendedor, para que las realizaciones vengan de la mano.
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