Deportes | 18 Oct Sin dudas que las cosas por algo pasan y en la medida de entender por qué algunas historias resultan negativas, luego, con la lección bien aprendida, vienen las grandes cosas.
Y le ocurrió al Club Atlético Litoral, que luego de algunos años en los que venía cayéndose, definitivamente en 2008 cayó por primera vez a la divisional de ascenso del fútbol sanducero.
Sin ser un desmedro estar en esa divisional, pero seguramente por la grandeza de Litoral, sus dirigentes, allegados, técnicos y jugadores, buscaron inmediatamente dejar atrás la adversidad para retornar al lugar del que nunca debió haberse ido. Así como tantas instituciones que han marcado una rica historia en el fútbol sanducero y que también han tenido que bajar de categoría; algunas lo han conseguido de inmediato, otras les ha costado más.
Y Litoral se apegó a la ilusión de volver, pero quizá sin pensarlo encontró rápidamente la alegría a la vuelta de la esquina. Tuvo un Apertura de maravillas, terminando invicto y, por si fuera poco, con la coronación de mejor del primer torneo del año.
Para llegar a la meta tuvo que sufrir, fundamentalmente en los últimos partidos, en los que parecía que no iba a llegar. Pero el espíritu estaba fuerte, el valor humano se aferraba a sus principios de lucha permanentemente. Y ¿quién no sufre por conseguir algo?
Sufrió pero logró su primer objetivo, nada menos que mirar desde lejos la tabla de la permanencia. Pero le agregó a esta instancia un agregado muy preciado: ser campeón del Apertura. Más no se le puede pedir.
Dar nombres de esta página rojinegra sería entrar en el error, porque estuvo el grupo humano que se formó entre dirigentes, cuerpo técnico y jugadores. Y eso, en este momento, no es poca cosa.
¡Salud Litoral, campeón del Apertura!