Paysandú, Jueves 28 de Octubre de 2010
Opinion | 24 Oct Los atractivos naturales del Uruguay han sido desde siempre un diamante en bruto --todavía le falta mucho pulido, por cierto-- para atraer contingentes turísticos, aunque hay que reconocer que en los últimos lustros se incorporó gradualmente infraestructura en servicios para potenciar estas ventajas. Quizás la mayor dificultad siempre ha sido la propia avaricia de los operadores y empresarios locales que, en apenas tres meses de temporada, pretenden ganar lo que debería llevarles años, algo que ha sido contraproducente para sus propios intereses y naturalmente para el país. Por fortuna de alguna manera esto está cambiando y hoy nos encontramos con una oferta bastante adecuada para el escenario internacional. Este aggiornamiento de los precios, junto con una política activa del gobierno en promociones en el exterior y el aporte de inversores visionarios, sumados a la estabilidad macroeconómica relativa del Uruguay frente a sus competidores, ha provocado el crecimiento explosivo de la industria turística nacional, con ingresos que en el último año superaron los mil millones de dólares, según cifras oficiales. La nota disonante está en la distribución geográfica de estos ingresos, que poco o nada difieren de la tendencia histórica del país a excepción de una desigualdad mucho mayor, donde Punta del Este, Montevideo y la costa Atlántica reciben “la parte del león” con algunas migajas derramadas en Colonia, mientras que los demás departamentos permanecen en la oscuridad total. La excepción que confirma la regla es Salto, que ha logrado posicionarse bastante bien con su corredor termal el que supuestamente también integran las termas sanduceras, aunque estas últimas han fracasado rotundamente en todo intento de ponerse a rueda de sus hermanas salteñas. No es por lo tanto extraño que ni el Ministerio de Turismo, ni la Dirección de Estadísticas ni el Ministerio de Economía sepan a ciencia cierta cuál es el ingreso de divisas en este rubro por departamentos, que por cierto sería importante para determinar políticas que fomenten un crecimiento equilibrado del turismo en todo el país. Al parecer, las estadísticas son tomadas en base a lo que sucede en el sur, o en su defecto serían simples estimaciones subjetivas, algo que descartamos de llano porque supondría una falta de seriedad muy gruesa de parte de los organismos del Estado. Más allá de lo poco que nos toca, no caben dudas respecto a lo que el turismo representa para el país, y por eso es conveniente analizar cuáles son los puntos fuertes y débiles que tenemos en esta materia como nación. Sin dudas lo precedentemente expuesto podría ser una desventaja que hasta ahora no fue tenida en cuenta, pero hay otros factores que fueron determinantes para al menos en el sur, las cosas vayan viento en popa. Así, la firma Burson Masteller realizó recientemente un trabajo de consultoría para Uruguay, del que surgen una serie de elementos que permiten tener una base de trabajo en esta área, a partir de un monitoreo de 59 rankings internacionales en 33 de los cuales figura nuestro país, e incluso en el 26 por ciento de ellos se cuenta entre los tres primeros lugares como destino turístico preferido. Durante la exposición del trabajo en la sede del Ministerio de Turismo y Deportes se presentaron ante autoridades y operadores las percepciones que potenciales inversores extranjeros tienen del país y las áreas en que Uruguay debería trabajar a fin de atraer al público que aún no ha decidido viajar a nuestro país con fines turísticos. De éste surge que a nivel mundial entre los aspectos positivos que se reconocen a Uruguay para hacer negocios figura que es una de las naciones con menos corrupción en América Latina y es país líder en el continente en materia de tecnología, pero a la vez como contrapartida presenta elementos negativos como la reducida dimensión del mercado, la excesiva burocracia de la administración pública y la conflictividad laboral. Ello contrasta con elementos a favor como la estabilidad democrática y la calidad de vida promedio en el país; la difusión extra que ha tenido en cuanto al conocimiento del país como consecuencia del cuarto puesto en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica y el protagonismo de su máxima estrella Diego Forlán, como aspectos destacados. Por cierto que en este balance de los pro y los contra hay aspectos que deben tenerse presentes a efectos de corregir defectos del país a la hora de captación de inversiones --válido no solo para el turismo sino en cualquier área económica--, como es por un lado el caso de la conflictividad que plantean los sindicatos radicales, así como la burocracia crónica que resulta frustrante para quien proviene de medios en los cuales existe otra dinámica en el Estado. Estos aspectos nos dan la pauta del desafío que tenemos por delante para trabajar con proyección internacional en esta materia, por encima de algunos logros que pueden servir como consuelo pero que por ahora son solo escalones de apoyo para decididamente promover el turismo desestacional y descentralizado, con la visión integral que hasta ahora ha estado prácticamente ausente y que en el mejor de los casos ha aparecido con cuentagotas.
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