Opinion | 29 Oct En pocos días Paysandú recibirá a elencos de teatro de ocho países, convocados por la Sexta Muestra de Teatro del Mercosur Interior. Recientemente, el Ballet Nacional del Sodre tuvo una exitosa presentación en el Florencio Sánchez y desde hace unos meses el mismo coliseo y el cine del Mac Center Shopping se vienen representando varias propuestas teatrales llegadas de Montevideo.
Y aun así se habla de crisis en el teatro uruguayo, lo que es cierto, aunque deba explicarse dónde reside la misma. Hay claramente una brecha entre lo que los elencos teatrales quieren proponer y lo que el público espectador quiere ver en una sala teatral.
Los grupos teatrales parecen insistir en propuestas que al espectador aparecen como poco interesantes, lejos de sus propios intereses e incluso a contramano de los gustos populares.
Las obras que están llegando de Montevideo, con buen suceso, son cómicas, stand ups (monólogos de humor) o infantiles. No llegan crudos dramas, por ejemplo. Ni “propuestas”. Esto no debe llevar a una errónea definición de que solamente lo que hace reír puede ser exitoso, pero sí debe hacer entender a los elencos que no es posible planificar una puesta en escena sin considerar los intereses de los espectadores. Estos son parte esencial del hecho teatral y como tal deben ser considerados.
La venidera Muestra, un acontecimiento de excepcional valía, que una vez más pone a Paysandú en el centro de atención cultural de la región, servirá como otro escenario experimental para apreciar cuanto poder de convocatoria tienen Anton Chejov y Florencio Sánchez. Lo interesante es que se trata de dos dramaturgos que supieron escribir para el público y no solamente para los integrantes del elenco. Ahora es el turno del público, desde que las entradas son tan ínfimas que ni siquiera llegan a un equivalente a 4 dólares. Un público para la escena y una escena para el público. Parece tan simple. Pero no lo es.