Paysandú, Miércoles 03 de Noviembre de 2010
Opinion | 03 Nov En un foro recientemente organizado por el Centro de Estudios Paysandú (CEP) en la sala “1º de Julio” de EL TELEGRAFO, actores representativos del quehacer sanducero, incluyendo autoridades departamentales, tuvieron la oportunidad de exponer sus puntos de vista respecto a las acciones que consideran necesarias para la captación de inversiones, en el entendido de que a esta altura nadie duda que es fundamental el recibir o ampliar capitales de riesgo que permitan la creación de fuentes de empleo y dinamización de la actividad económica del departamento. En la charla “¿Qué debe hacer Paysandú para lograr la radicación de inversiones?”, los protagonistas coincidieron en líneas generales respecto a la necesidad imperiosa de que todos los actores políticos, industriales, comerciales y sociales, se unan en un esfuerzo conjunto para impulsar la radicación de inversiones de calidad, pero a la vez también los panelistas consideraron que se debería evolucionar hacia una profesionalización en la búsqueda de inversiones, la creación de una ventanilla única del inversor y encaminarse a la formulación de un plan de desarrollo departamental a corto plazo. Las exposiciones estuvieron a cargo del intendente Bertil Bentos, del ex jefe comunal Julio Pintos, el ex candidato Daniel Buzzo, el presidente del Centro Comercial e Industrial de Paysandú, Andrés Mannise, el edil Ramón Appratto en representación del presidente de la Junta Departamental, José Oxley en calidad de dirigente de la Mesa Departamental del Pit Cnt, Juan Pandolfo, asesor empresarial, Alejandro Pauletti, gerente del Consejo Económico y Social (CES), y Daniela Innamorato del CES. El tenor de las exposiciones incluyó asimismo propuestas que refieren a la necesidad de establecer políticas en el corto, mediano y largo plazo, algunas enmarcadas en el proyecto de desarrollo al año 2015, que si bien están incluidas en este marco de acción, no debe perderse de vista que los escenarios son cambiantes y que es preciso corregir aspectos que pudieron ser de recibo cuando el plan fue concebido, pero que demandan actualización permanente, sin perder de vista los objetivos primarios de un marco que en su momento permitió identificar prioridades y detectar falencias a efectos de corregirlas.
Es cierto, cuando se piensa en inversiones, en el caso de los sanduceros nos viene a la mente inmediatamente el escenario que tuvimos sobre fines de la década del 40 y principios de los 50, cuando se instalaron las grandes fábricas que se constituyeron en fuentes de empleo para miles de sanduceros y generaron puestos laborales de calidad, y fueron a la vez el epicentro para una infraestructura de apoyo que multiplicó la riqueza y la circulación de dinero a partir de miles de empleos indirectos. Y éste es un factor clave a efectos de evaluar la significación y el círculo virtuoso de las inversiones. Un ejemplo cercano en el tiempo lo tenemos los sanduceros cuando, por el cese de los subsidios del gobierno nacional, se discontinuó el cultivo de la remolacha azucarera como materia prima para Azucarlito, y dejaron de circular en nuestro departamento unos doce millones de dólares anuales, que todavía se siguen añorando. Desde entonces desapareció y/o se recicló gran parte de la infraestructura de apoyo, y muchos otros talleres y servicios debieron cerrar sus puertas o reconvertirse, cuando muchos de quienes estaban a su frente ignoraban que en forma directa o indirecta su subsistencia dependía del cultivo de la remolacha azucarera. Si a esta altura no puede haber discrepancias respecto al impacto vital de las inversiones para la economía local y nacional, no debería resultar muy difícil que autoridades y fuerzas vivas sanduceras generaran un amplio consenso con vistas a ponerse de acuerdo sobre el impulso de políticas de estímulo para la radicación de capitales de riesgo, en el bien entendido de que la generación del “clima” para las inversiones conlleva componentes locales que no solo pasan por exoneraciones municipales, disponibilidad de terrenos y servicios, así como eventuales lugares predeterminados como el parque industrial de Casa Blanca, sino también por elementos como capacitación de mano de obra y disposición de los actores, incluyendo las organizaciones sindicales, para desterrar radicalizaciones inconducentes en reclamos y medidas de lucha contra empresas a las que se identifica como “enemigas”, sin por ello renunciar a derechos inalienables del trabajador. Pero sobre todo el gran actor, el catalizador de las inversiones que es preciso atraer a Paysandú y al norte del río Negro, debe ser el gobierno nacional, que aunque tiene en marcha una ley de promociones de inversiones en el Interior, no ha propiciado todavía la instrumentación de un marco adecuado con este fin, ya que los datos oficiales indican que pese a estar en vigencia esta norma, el grueso de las inversiones, tanto en cantidad como en montos, siguen radicándose en la capital y en su entorno de unos cincuenta a cien kilómetros, acentuando asimetrías históricas que postergan al Interior y fundamentalmente a los departamentos del norte del río Negro.
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