Paysandú, Jueves 04 de Noviembre de 2010
Opinion | 31 Oct Los elementos manejados durante su visita a Paysandú por el director de AFE Mauricio Cusano coinciden en líneas generales con los conceptos manejados en más de una oportunidad por EL TELEGRAFO en cuanto a la necesidad de contar con un ferrocarril activo y eficiente para potenciar la logística en que se apoya la producción de grandes volúmenes y bajo valor relativo, como son la forestal y la agrícola, fundamentalmente.
Sin dudas que si en nuestro país el ferrocarril estuviera actualizado tecnológicamente, con suficientes recursos materiales humanos y gestionado adecuadamente, el Uruguay contaría con una logística que lo estaría situando en la vanguardia regional a efectos de la extracción de materia prima desde los lugares de producción hacia los puertos de salida, lo que equivaldría a mejorar la competitividad y contar con una posición envidiable para el desarrollo del transporte intermodal.
Pero la realidad es muy distinta, desde que al encontrarse desde mediados del siglo pasado en manos estatales, el ferrocarril no solo no se actualizó, sino que se rezagó tecnológicamente, y el Estado, como mal empresario que es, no invirtió en el mantenimiento y desarrollo de la red de vías férreas, como así tampoco en el parque de tracción y rodamiento, empleó a la vez más personal que el que necesitaba y no lo capacitó, desde que AFE ha funcionado al margen de todo raciocinio y degradándose a ojos vistas durante décadas.
Cusano evaluó, en diálogo con el intendente Bertil Bentos, que AFE espera llegar a ser autosuficiente antes de que finalice el actual período de gobierno, planea participar como transportador del negocio forestal, se prepara para comprar nuevas locomotoras y reparar, entre otros tramos de su red, el ramal Chamberlain-Algorta hasta Fray Bentos. Mientras tanto, todos los uruguayos seguiremos poniendo de nuestros bolsillos unos 45 millones de pesos al año para financiar el déficit del ente --a la vez de gastar millones de dólares en reparaciones de rutas debido al intenso tránsito de cargas en camiones--, por lo que deberíamos estar conformes si para empezar el organismo cumple siquiera con la mitad de estos objetivos en el período señalado.
Pero estamos ante un ferrocarril que no transporta cargas ni pasajeros, y cuya presencia es meramente testimonial en áreas en las que debería ser decisivo para el transporte de la producción, lo que explica que se esté en plena evaluación de como abordar las grandes reformas que se necesitan en el ente para hacerlo funcional a los requerimientos del país. Según Cusano, AFE necesita por lo menos triplicar el actual volumen de cargas de 1.400.000 toneladas para autosustentarse, para lo que es crucial la compra de doce locomotoras nuevas y la renovación de otras veinte, además naturalmente de mejorar el parque rodante, la red vial y modernizar la infraestructrura. El tramo hasta Fray Bentos es vital para su participación en el esquema logístico forestal, ya sea por la modalidad de transporte directo de la carga o como señalara el director, transportando los propios camiones para evitar el manipuleo de la madera y abaratar el flete.
En todos los casos, el aporte del ferrocarril al transporte multimodal es clave para el desarrollo de sectores primarios, el abatimiento de costos y la competitividad, pero no puede dejarse de lado el factor fundamental de que el Estado no está en condiciones de volcar a su reestructura los cientos de millones de dólares que requiere como inversión para ponerlo a tono con los tiempos, por lo que potenciar el ferrocarril solo puede ser posible a través de la conjunción de esfuerzos público-privados, como se anunció en su momento durante la Administración Vázquez pero sin que al fin de cuentas se llegara a nada concreto por falta de decisión política.
Pese a las marchas y contramarchas, a los anuncios que no se concretaron por presiones sindicales y de grupos radicales dentro de la fuerza de gobierno, subsiste el interés de grandes empresas agrícolas y forestales en participar en este emprendimiento conjunto, porque sin dudas les va la vida en ello.
Es impensable recuperar AFE con una fuerte inversión imprescindible para obtener resultados revulsivos sobre la base de un ferrocarril enteramente gestionado por el Estado. La experiencia indica que de esa forma lo que se logra es mayor postergación e ineficiencia, como se desprende de las propias palabras de Cusano cuando recuerda que en AFE “trabajaban” más de 11.000 personas, mientras perdía millones de dólares al año. Es decir que antes al igual que ahora –aunque en mucho menor medida luego de que se eliminara el transporte de pasajeros--, el ente estatal paga para llevar cargas.
Se necesita entonces el aporte de inversores privados comprometidos con el funcionamiento del ferrocarril, con capacidad de control sobre la gestión de la empresa y que se rija por las reglas básicas de cualquier emprendimiento, que son la eficacia y la eficiencia para que de una vez por todas, tengamos un servicio confiable, barato y autosustentable que potencie la producción nacional.
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