Opinion | 03 Nov Lenta pero a paso firme, la fiesta de Halloween comienza a meterse en la agenda de celebraciones populares en Uruguay, de la mano de los disfraces tétricos, de los caramelos y dulces y --en menor medida-- de las calabazas.
Es, como se sabe, una fiesta que se celebra principalmente en Estados Unidos en la noche del 31 de octubre, y a partir de la fuerza expansiva de la cultura de ese país se ha popularizado en muchos otros países.
Está relacionada con el Día de Todos los Santos, que se conmemora el 1º de noviembre, desde que la propia palabra es una derivación de la expresión inglesa “All hallows` eve” (Víspera de Todos los Santos). En alguna medida es vista como una competencia del Día de los Muertos, una tradición muy arraigada que se conmemora el 2 de noviembre.
En verdad, en una sociedad globalizada, resulta ineludible que haya una transformación, una fusión de costumbres y tradiciones. El Día de los Muertos es en esencia una excusa para recordar con mayor detenimiento a los familiares y otros seres queridos fallecidos. Y es encontrar un poco de paz para los que continuamos con vida.
Halloween es especialmente una fiesta de los niños, que aman disfrazarse de vampiros, brujas y otros personajes tétricos y recorrer el barrio diciendo con inocencia la sentencia “¿Dulce o truco?”, esperando recibir los primeros.
Y este año, como no había sucedido hasta ahora, los vecinos sí tenían caramelos en sus casas para compartir con sus vecinos más pequeños, que llegaban con buenos disfraces o con algunos hechos apresuradamente por sus madres.
Aún falta que los frentes de las casas sean decorados con motivos de Halloween, como las calabazas naranjas, monstruos y calaveras, pero eso también llegará a medida que la celebración se haga más y más popular en nuestro país.
Para algunos, es una importación de una fiesta con la que nada nos une. Para otros, va en desmedro del Día de los Muertos. Probablemente solo se trate un acomodo más en esta sociedad cada vez más global. Quizás sólo se trate de mantener viva una tradición bien nuestra como expresar nuestro aprecio por los muertos, y respetar lo ajeno, disfrutando de Halloween y sus dulces, pues nada que nos divierta nos puede hacer mal.