Paysandú, Lunes 08 de Noviembre de 2010

Nuestro pobre ganado de cría: su grande y crónico problema

Rurales | 07 Nov “El hambre crónica”
y “dar de comer”
Palabras claves de un veterinario y un agrónomo, ambos apasionados por el mismo tema de la nutrición.
“El hambre crónica”, tres palabras que usé en 1970, en conferencia para el Congreso de la Federación Rural en Tacuarembó. En aquellos años el parasitismo gastrointestinal y pulmonar hacía estragos, por insuficiente conocimiento o ignorancia de miles de productores, a pesar que desde 1940 la “gran Fenotiacina” resolvió maravillosamente dicho problema. El aislacionismo en el campo y la incultura aunados tuvieron su fuerte causal.
Los veterinarios de campo más los esfuerzos de instituciones rurales expandieron la importancia de esa lacra depredadora y con drogas cada vez más eficientes que logró la ciencia, se minimizaron sus efectos negativos.
Las dos visitas de Mac Meekan al Uruguay y sus conferencias tan instructivas –allá por 1953-- sumadas a mis raíces europeas, me hicieron ver claro la esencial importancia de las reservas forrajeras frente a los caprichos del clima, no sólo en Nueva Zelanda sino en todo el mundo.
Con 22 años de explotaciones en mi granja lechera, siempre prioricé la costosa elaboración de reservas que siempre, siempre, salvaron penosas y también costosas pérdidas económicas, de no haberlas efectuado.
“Todos los efectos tuvieron su causa”; sencillas palabras acuñadas por el gran físico Einstein y si profundizamos en los grandes problemas pecuarios viciados de permanencia y los analizamos, veremos que “las grandes pérdidas o estancamiento” de la producción pecuaria y su rentabilidad, no se deben a la aftosa de antaño ni a cifras imponentes de muertes por carbunclos bacteridiano y sintomático, ni incluso la lombricosis, la hidatidosis, ni la garrapata, ni la sarna ovina, ni las enfermedades reproductivas, ni el timpanismo, ni... Todas las pérdidas tuvieron su causa, pero las feroces y masivas pérdidas nacionales en número de cabezas tuvieron su causa en la absoluta ausencia de reservas forrajeras, y aquí volvemos a Einstein.
Este fue un análisis de las causales de esas hecatombes por sequías en las grandes extensiones hasta 1930 ó ‛40. Pero las lecherías, con vascos u otros inmigrantes, hicieron sus reservas cortando alfalfa o chalas de maizales, con pasteras o guadaña y con “la horquilla” y sudores, levantaron hileras de parvas los grandes tambos de la cuenca lechera.
Las estancias seguían con la herencia colonial: pastizales que sólo aguantaban hasta un límite: después, los problemas del hambre aguda.
Todos los problemas tienen soluciones a medida que la ciencia avanza, aunados al espíritu de innovación y cultura de sus actores. Es un conjunto de situaciones.
La ciencia no se detiene en busca de soluciones. Hoy, para la gente de edad, sólo son recuerdos las matanzas del carbunclo, de la aftosa o de la famosa “purga de la primavera” en los “sobreaños”, exclusivamente debida al fuerte e ignorado parasitismo gastrointestinal.
En resumen: todo lo expuesto costó a productores y el país millones de vidas vacunas jóvenes y adultas, en tiempos idos, de relativa demanda de carne en el mundo.
Las tremendas sequías típicas de esta región hicieron trastabillar la economía de miles de ganaderos, como fueron las de 1888, 1916-17, 1942-43, 1967 (sequía más heladas de 11º bajo cero), 1988-89, 2001-2002 más aftosa, y la última 2008-2009.
A partir de 1980, comienzan a demostrar su esencial utilidad salvadora las fuertes reservas forrajeras de fardos gigantes y silajes de planta. Después aparecen los silos de grano húmedo. Grandes y nuevas empresas pecuarias se basan en ellas para no entrar en las crisis alimentarias históricas.
Dije que la ciencia siempre avanza para dar soluciones: en mecánica aparecen las grandes enfardadoras y la química ofreció el plástico para los bolsones de grano húmedo y silopac. En genética, desde 1960 felizmente aparece el Ing. Agr. mexicano Jorge de Alba, condicionando su invitación del INIA-Estanzuela a que se priorizaran los cruzamientos en la producción de carne y que éstos fueran con la desconocida raza francesa Limousin. Estanzuela importó después un plantel de dicha extraordinaria raza, que se expandió rápidamente en todo el país.
Todo lo anterior si bien es historia (que muchísimos no conocen), demuestra no sólo las penurias productivas de toda índole, sino también los gravísimos problemas económicos sufridos por los ganaderos.
En este relato llego a fines de 2010. Todo cambió en forma abismal y entonces vuelvo al título: “Nuestro pobre ganado de cría y su grande y actual problema”.  La última y larga sequía de dos años --2008 y 2009--, minó en cantidad numérica la disponibilidad de terneros. Hoy --primavera 2010-- los toros novilleros se cotizan muy bien y su compra es fácil: sólo hay que levantar la mano... para después a fines del invierno 2011, ¿volver a parar vacas de la cola, debido al hambre crónica?
Como dije: el problema es el hambre que sufre todo el ganado por varias razones, pero la realidad es que éste “come salteado”. De lo contrario en los primeros días de octubre no habría vacas preñadas caídas, sustancialmente, por no haber dado de comer... lo suficiente para evitar esas penosas pérdidas económicas.
Este es el panorama que relatan varios veterinarios de campo en sus audiciones de radio, que desesperan solucionar con inoculaciones, el viejo hambre de la vaca.
Da pena enumerar todas las consecuencias negativas de dicha situación de carencia nutricional en miles y miles de predios de cría en el país: abortos por hambre durante el invierno previo; pérdidas por muertes de vacas sin fuerzas en el parto y nonatos; atraso en el nuevo celo o quedar fallada, según su comida estival; atraso acentuado en desarrollo de crías y recrías;– atraso en edad de entore y de invernada;– bajo o discreto porcentaje de celos y preñez; y finalmente, la gran pérdida económica cuando se vende ganado hambreado, sea a feria o frigorífico, como lo he constatado en esta última sequía 2008-2009, con la venta obligada de 1.500 ovejas, 70 vaquillonas preñadas y 60 novillos de 2 y medio años. Todo se hubiera vendido, pero no a los bajos precios que marcó la necesidad imperiosa de dicha venta.
Lo más triste de esta situación, es que la padecen miles y miles de criadores, que todavía no han “entrado” por el respaldo de una gran reserva forrajera, la que permite incluso una venta progresiva de ganados en estado “comercial” para reposición a precios que no sean de ruina.
Dije una gran reserva forrajera, porque recuerdo la frase de un gran tambero, ubicado entre los diez remitentes a Conaprole con litrajes anuales máximos por hectárea. Cuando lo visité había alcanzado los ocho mil litros/há y esperaba llegar a los 10 mil litros anuales.
Por supuesto que con un riego oportuno, no permitía la ausencia de los forrajes indispensables, pero era tal su preocupación por el volumen de las reservas de silo que los elaboraba en exceso: “son mis reservas de reservas”, expresaba con satisfacción. Se trata del Sr. Nestor Montelongo, en zona de Libertad, con sólo 27 hectáreas de campo... Pienso que si el espíritu de innovación en varias tecnologías abarcadas por dicho productor, se extendiera en solo un millar con su producción de carne y leche, abasteceríamos una gran parte del mundo...
Cálculo real de pérdidas invernales de kilos en ganado de carne
Es muy sencillo, pero nadie le lleva el apunte. Después de embarcados o vendidos los ganados antes del invierno se pesan todas las existencias por categorías, el 30 de abril. Pasados los seis meses típicos del invierno, se pesa de vuelta el ganado, el 31 de octubre. Los kilos perdidos por enflaquecimiento más las pérdidas de vidas por hambre, en las pariciones hasta esa fecha, se cotizarán al precio del cierre de las pesadas.
Son kilos de grasa corporal que se “derritieron” por falta de “bienestar animal,” o sea, hambre insatisfecha con pasturas, ausencia de reservas de forrajes y ausencia de abrigos rompevientos, esenciales en días continuos de temporales (hubo tres en este año 2010). Quizás los números obtenidos inviten a cambiar el manejo tradicional del establecimiento de muchos, si lo efectuaran...
En 2007 publiqué un pequeño libro “Pasturas enriquecidas por la Naturaleza”, con muchos aspectos estimulantes de la producción pecuaria, y en su tapa lucen dos fotos muy significativas: un lote de terneras de 1 y medio año en invierno con un estado corporal excepcional, alimentándose en forma displicente con fardos de Lotus Rincón; y dos hileras de fardos de Lotus Rincón, sólo parte de los cuatro mil a cuatro mil quinientos que se cosechan anualmente en la empresa. Dichas terneras se entoran desde los 20/22 meses de edad... (Estancia “Santa Clara” de Bonasso Gallinal, Florida).
Es la forma más fácil de conseguir más terneros, sin comprar toros “con genética”...
La Naturaleza es perfecta: en la reproducción, el ganado sólo necesita que no le pongan “palos en la rueda”, como se empeñan los productores quejosos de sus ganados flacos y sin fuerzas en los partos, por no dar de comer...
¿Cuál es la solución nacional a nivel de productores?
Es la esperanza que con la reciente financiación de créditos con el 70% no reembolsable, dispuesto por el Ministerio (en setiembre 2010) para inversiones productivas, los criadores de razas de carne reaccionen en sus razonamientos y manejos de los tiempos idos y se dispongan a abrazar el gran cambio, hacia las reservas nutricionales, elaboradas en el establecimiento, tema mucho más importante que el origen de los toros.
Un simple toro general produce crías que muy bien nutridas “desde el arranque”, ganará en kilos y rentabilidad a las crías de toros con altos precios por su genética de raza pura, con el manejo tradicional conocido.
Solo para innovadores
Desde hace una década, existe en nuestro país otra manera para aumentar los kilos de carne en cada animal, con precocidad, calidad de cortes, rusticidad, fertilidad, con bajo peso al nacer, gran facilidad de partos y longevidad, resistencia a parásitos internos y externos y sin exceso de grasa, o sea carne comestible todo lo cual es mucho, muchísimo.
La finalidad específica es aprovechar la vida de una res --novillo o vaca-- que tanto cuesta crearla y criarla, para “meterle” más kilos de carne sin exceso de grasa, para llegar a los 500 kilos de peso en el menor tiempo posible: carne joven. tierna y abundante en cada res.
Son los toros mochadores de “líneas compuestas”, criados y ofrecidos por una sola cabaña en Uruguay. Numerosos criadores han cambiado por estos reproductores dominantes en sus rodeos: son los toros de la línea compuesta Montana.
Los criadores innovadores brasileños --mucho más proclives a los cambios que ofrece la ciencia en Genética--, han cruzado más de 200 mil vacas de carne en 10 años con Montana, expandiéndose ésta anualmente, al constatar las fundamentales ventajas mencionadas.
El espíritu conservador y tradicional de nuestros ganaderos nos induce a llegar siempre “en el último vagón”. Camarón que se duerme... Livio Dutto, médico veterinario rural


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