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Paysandú, Miércoles 10 de Noviembre de 2010

El canto del cisne

Y finalmente, todo llega a su término

Locales | 09 Nov EL CANTO DEL CISNE, de Anton Chejov. Teatro Alas, de Colón. Dirección: Claudio Velásquez. Con: Patricia Borato y Miguel Ángel Bazzuri. Sexta Muestra Internacional de Teatro del Mercosur Interior, “Atahualpa del Cioppo”. Sábado 6 de noviembre 2010.Cuando el Sol apura su descenso, camino a su encuentro con el horizonte, una de las maneras de hablar de la muerte, no solamente aparecen todos los miedos ante lo desconocido (no, nada más desconocido que la muerte) y las frustraciones por los sueños que solo quedaron en eso, sino también la necesidad de decir lo mejor, lo que no hayamos dicho nunca, como la leyenda del cisne que canta melodiosamente antes de morir, aunque en realidad nunca cante.
Un viejo actor, tras la noche en que recibe los mayores aplausos en despedida por su última función, vive horas de soledad, desamparo y dolor, pues si bien tiene un gran pasado, no ve con buenos ojos su presente y teme por un futuro en el que ya no estará en escena, en el que pronto lo esperará una tumba abierta.
En el original de Chejov, junto al viejo actor hay un apuntador que a veces se queda a dormir en el teatro, pero en la versión del grupo colonense éste es sustituido por una marioneta que cobra vida.
Es ciertamente una licencia, pero el original es mucho más acertado y profundo, porque precisamente hay un apuntador junto a un viejo actor que se prepara para su final, mutis por el foro. Los dos, se pierden en la historia del teatro, el uno porque ese trabajo ha desaparecido, el otro porque el reloj de la vida lo obliga. La versión elige dar cuerpo a la eterna musa, mujer, amante, inspiradora de delirios, luz y sombra de la vida del actor, pero aún así, es una debilidad manifiesta el resultado.
El juego de teatro dentro del teatro de Chejov, haciendo que un actor represente el final de otro actor, mantiene vigencia aunque pasen los años, porque más allá del actor, todos -más tarde, más temprano- nos enfrentaremos a ese final del camino, primero al terminar nuestra vida como trabajadores activos, después, tras el último suspiro.
Bazzuri demuestra sin dejar dudas que ha crecido en los últimos años en su capacidad actoral y logra en la composición del actor Vacili Vacilich Svetlovidov, transmitir el dolor del cómico ante la partida del escenario, entre recuerdos, escenas de grandes obras y el temor de enfrentarse al miedo que inexorablemente viene.
El personaje de la marioneta no logra dar veracidad, porque simplemente es un agregado que carece de lógica y acción teatral. La vida amanece, pero también cierra en el ocaso. Vamos tan apurados que ni cuenta nos damos de ello, hasta que llegan las primeras sombras. Para entonces, como expresa en escena el viejo actor, según Chejov, “por mucho que se haga uno el valiente, que se engañe a sí mismo y no quiera enterarse..., la vida ya está vivida”. E.J.S.


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