Paysandú, Viernes 12 de Noviembre de 2010
Locales | 05 Nov Hace 25 años que está vinculado al rubro almacén y 15 que trabaja en este local. Hugo Alberto Pagani (58), un emprendedor vecino de Porvenir, sufrió un duro golpe cuando su comercio fue devorado por un incendio que en pocos minutos consumió tanto el edificio como la mercadería. Se trataba de un almacén de ramos generales a punto de anexar venta de muebles. En diálogo con EL TELEGRAFO, Pagani aseguró que tras la pérdida no hubo tiempo para llorar, ya que en pocos días él y su familia volvieron a ponerse de pie.El local comercial siniestrado ocupa unos 100 metros cuadrados y Pagani explicó que su reconstrucción exigió mucho sacrificio, así como el aporte de conocidos y amigos. Pisos, paredes y techos; instalación eléctrica, cerchas y aberturas, todo había quedado en ruinas. “Por suerte algo conseguimos con la Intendencia y algunas chapas que le pedimos a un amigo que comprara”, añadió. Convencido en seguir adelante, el comerciante relató lo sucedido con tranquilidad, como si se hubiese tratado de un simple tropezón.
“Cuando nos despertamos --a las cinco y media de la mañana de aquel día-- ya estaba todo consumido. Mi hija sintió las primeras explosiones y olor a quemado. Inmediatamente corrí e intenté echar un par de baldes de agua, fue cuando me di cuenta de que no servía para nada, apenas atiné a sacar la camioneta y las garrafas, y cuando quise volver a entrar ya no se podía porque estaba todo tomado, la casa y el comercio, absolutamente todo. Me levanté en ropa interior y con un trapo me hice una especie de chiripá, nada más. Los vecinos me alcanzaron ropa y zapatillas. Fueron pérdidas totales. No quedó ni plata, ni teléfonos celulares, ni los lentes, se perdió todo. Suponemos que el fuego se originó a través de un cortocircuito, porque encontramos otro motivo. Pudimos levantarnos de las ruinas gracias a la ayuda de la gente. Tuvimos entre 30 y 48 personas todos los días. Nos alcanzaron ropa y comida. Nos alentaron y nos acompañaron en todo momento. Hubo gente que cocinó durante diez días para nosotros y para los que estaban trabajando. Anímicamente me costó mucho más recuperarme en el año 2002, cuando tuve un embargo y otras cosas. Eso sí resultó un golpe mucho más duro que ahora. Fue más problemático porque no tenía apoyo, pero con el respaldo que tuve ahora voy a salir adelante. Lo que realmente me sorprendió fueron algunos vecinos que nos habíamos visto tres o cuatro veces y se presentaron diciendo ¿qué precisas, qué te traigo? Y en la vida nos cruzamos muy rara vez. Seguramente que se debe tratar simplemente de suerte. Según el jefe de Bomberos si esta casa no hubiera tenido cerchas --que fue lo que permitió que se escapara el gas-- se hubiera concentrado y una vez que explotara nadie hubiera salido de la onda expansiva. Fue como una novela”, comentó.
Asimismo relató que su padre tuvo comercio y charca. “Tiempo después junto a mi esposa dejamos la chacra y pusimos un comercio en el pueblo. Desde aquel tiempo hemos cambiado como tres o cuatro veces de lugar. Esta es la quinta construcción. Hemos estado tan bien acompañados que no hubo tiempo para llorar. Una vez que se fueron los bomberos apenas estuvimos diez minutos solos con los hijos. Después empezó a caer la gente a dar una mano, limpiando y sacando cosas para ordenar el desastre, y hasta ahora estamos acondicionando”, añadió.
Pagani aseguró que ni siquiera hubo tiempo para pensar en lo que había pasado. “Siempre para adelante, seguir e intentando sacar fuerzas, que a esta altura uno ni siquiera sabe de dónde salen. Todo es posible gracias a la gente. Vecinos que trajeron pollos, una docena de huevos, o aquel que nos alcanzó ropa, porque no quedó ni para ponernos nada”.
En medio del infortunio, no faltó alguien que inconsciente de lo sucedido se presentó a comprar ración para las gallinas. “Sí, fue tal cual. Dijo: ‘¿no hay nadie que me atienda?’ Y mi hijo le decía: ‘pero no quedó nada, ni la ración’. Pero el hombre no entendía e insistía con la compra. Estaba firme y comentaba: ‘mire que vengo de tres kilómetros’”.
Si bien Pagani no sabe cuánto tiempo más puede insumir la reconstrucción del local, aseguró que en una semana el negocio estará nuevamente operativo, aunque aún falta la instalación de energía eléctrica.
Momentáneamente y mientras avanza la obra, la familia vive en un apartamento ubicado al fondo. “Se trata de un lugar donde vivía mi suegra. Ella se fue por unos días a la casa de una hermana en la ciudad y nosotros nos quedamos ahí, pero se volvió porque no se adaptaba. No importa, seguramente nos acomodaremos”, reflexionó. El comerciante agradeció el apoyo de los vecinos, pero también de los proveedores. “Nos han dicho que pidamos lo que precisemos nomás. La verdad que dentro de todo fue un triunfo, porque uno se da cuenta de que es alguien. Dentro de todo vamos a salir más o menos, seguramente con alguna deuda, aunque todos aportaron lo suyo, desde un simple vecino hasta proveedores grandes”, concluyó.
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