Paysandú, Sábado 13 de Noviembre de 2010
Opinion | 12 Nov Mientras el miércoles el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, se encontraba de visita en Uruguay y apuntaba a dejar atrás tiempos de conflicto para encarar un nuevo relacionamiento con el Uruguay, basado en los nunca desmentidos lazos fraternales pero sobre todo intereses económicos, sociales y culturales compartidos que habían sido puestos en stand by por varios años por el diferendo por la instalación de la empresa Botnia, el ex mandatario provincial Jorge Busti, cara visible del conflicto binacional entre Uruguay y Argentina, fustigó el encuentro desarrollado en la Torre Ejecutiva con el presidente uruguayo José Mujica y el ministro de Relaciones Exteriores, Luis Almagro.
El ex jerarca dijo en el portal Máxima on line que no visitó Uruguay cuando fue gobernador ni lo hará porque espera que el país reconozca que la ex Botnia contamina.
“Yo no fui y no pienso ir a Uruguay hasta que realmente no exista un reconocimiento de parte de Uruguay de que Botnia contamina”, aseguró Busti, muy suelto de cuerpo y convencido de lo que dice. Además, lo hizo como si no tuviera nada que ver con los hechos que llevaron a la radicalización del movimiento contra la planta en Gualeguaychú, que apoyó y promovió decididamente desde un primer momento, pensando que se trataba de una batalla fácil y de muy buenos réditos políticos, hasta que cuando vio que el asunto se le iba de las manos en determinado momento llamó a los activistas a deponer su actitud, pero sin reconocer nunca que se había equivocado.
Lejos de bajarse del caballo –no es su estilo-- el ex jerarca alertó que el año que viene habrá sorpresas. “Hay un conflicto pendiente, gente siendo llamada a indagatoria; realmente creo que se sigue con la misma actitud de sectarismo y se van a llevar una tremenda sorpresa el año que viene”, reafirmó, lo que da la pauta de su soberbia y de una actitud que desde esta orilla no deja de llamar la atención, al fin de cuentas, cuando no hace muchos años fue factor fundamental para el tendido del gasoducto entrerriano hacia el Uruguay a través de Paysandú.
Mientras tanto, Mujica se reunió con Urribarri y habló de intercambio comercial, ciencia y tecnología, además del fortalecimiento de lazos culturales y sociales. A su vez el gobernador de Entre Ríos abogó ante el presidente por potenciar las relaciones comerciales e intercambiar experiencias en materia de tecnología, en tanto se avanzó en la conformación del Comité Binacional de la Hidrovía y la navegación de barcazas a través de la represa de Salto Grande, pero no estuvieron presentes en la mesa de la Torre Ejecutiva, según Urribarri, las amenazas de su antecesor Busti. Incluso respecto a las fuertes declaraciones del ex gobernador, el actual dijo que Busti suele tener comportamientos extraños. “Yo me manejo con responsabilidad y sensatez, y no con sorpresas. No sé a qué se refería y no me preocupa”, sentenció.
“El corredor del Río Uruguay es una de las reservas de mayor potencial que hay en el mundo, no sólo en este continente. En función de eso, tanto uruguayos como entrerrianos debemos trabajar para que podamos desarrollar ese potencial armónicamente pero en el menor tiempo posible”, sentenció.
En cambio, no se necesita hilar muy fino para situar las expresiones de Jorge Busti en el contexto de un enfrentamiento político interno en su provincia, y que el ex gobernador pretende sacar partido de su postura radical, para lo que resultaría fundamental que saliera de la galera por lo menos alguna duda sobre la inocuidad del funcionamiento de la planta de celulosa, cosa de reagitar fantasmas en beneficio de su proyección político –electoral.
Hay activistas y grupos que siguen amenazando con regresar a las medidas de fuerza en la ruta, porque se sienten “traicionados” por el gobierno de su país ante los alcances de acuerdo alcanzado con Uruguay, tras arduas negociaciones y luego del pronunciamiento de la Corte Internacional de La Haya, que habilitó esta instancia sobre bases surgidas del arbitraje .
Incluso no hay lugar a dudas que por lo menos uno de los “científicos” designados por la Argentina y alineado con los activistas para negociar la instrumentación del acuerdo para el monitoreo conjunto de lugares puntuales en el río Uruugay, como la planta de Botnia, presionan para promover la ridícula pretensión –insólitamente apoyada por el canciller Héctor Timermann—de un monitoreo diario en UPM Botnia, cuando el acuerdo era el ingreso doce veces al año.
En este contexto distorsionado de las referencias, es el deber de ambos gobiernos el retomar la línea de priorizar el cumplimiento del acuerdo alcanzado entre las dos partes que permita que a la vez que se controla con t odas las garantías en forma periódica lo que la empresa productora de celulosa vierte al río Uruguay, la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) cuente con todas las potestades y respaldo técnico y político para cumplir con sus cometidos a lo largo de todo el curso compartido del río.
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