Opinion | 13 Nov Los sanduceros recordamos, sin dudas, las circunstancias que rodearon el derrumbe, el verano pasado, del puente sobre el arroyo El Sauce, en el camino a Casa Blanca, luego que el casi centenario tendido original soportara con dificultades la enchorrada que generó un intenso temporal, que trajo aparejadas copiosas precipitaciones en la zona.
Pese a que se advirtió que la estructura había sufrido grietas importantes, fue pasando el tiempo y no se adoptaron por la anterior administración municipal medidas efectivas que evitaran la circulación de vehículos pesados por el lugar, y fue así que el puente colapsó, sin que felizmente hubiera que lamentar desgracias personales.
La administración saliente inició las acciones correspondientes para construir un nuevo tendido y el llamado a empresas para su construcción, pero el largo proceso que requieren estas obras dentro del Estado llevó a que la iniciativa fuera culminada por la administración que asumió el 9 de julio.
Ergo, se trata de un claro ejemplo de continuidad de gestiones y obras que debe darse en el marco de la rotación de los partidos en el poder, en este caso de carácter departamental, desde que en todas las decisiones debe tenerse presente el interés general antes que consideraciones de carácter político-partidario.
Incluso se ha transmitido una muy buena señal por la administración del intendente Bentos, cuando al inaugurar el nuevo tendido, hace pocas horas, invitó al acto a los ex intendentes Julio Pintos y Helena Heinzen, como responsables del anterior ejecutivo comunal, en el que se decidió encarar la obra.
Es decir que más allá de las diferencias y escaramuzas que suelen librarse entre administraciones entrantes y salientes respecto a temas puntuales y/o gestiones de las respectivas administraciones, aparecen mensajes positivos como este en cuanto a reconocimientos y cuota parte de responsabilidades, y da la pauta de que al fin de cuentas es posible llegar a entendimientos cuando se elevan las miras y se aplica la premisa de que debe trabajarse por la gente, que es la que importa.