Paysandú, Sábado 20 de Noviembre de 2010
Locales | 14 Nov Paysandú fue sede una vez más de un hecho cultural de primer nivel internacional, como la Sexta Muestra Internacional de Teatro del Mercosur Interior “Atahualpa del Cioppo”, que se desarrollo entre el 4 y 7 de noviembre con la organización del Taller de Teatro de Paysandú. Precisamente en esos días recibió la noticia de que se le otorgará un premio Morosoli el venidero 27 de noviembre, en la ciudad de Minas.
Elencos de varios países se dieron cita en nuestra ciudad para un encuentro teatral de gran significación desde que es el único festival internacional que sobrevive en Uruguay, algo que no puede pasar desapercibido, ya que no se desarrolla en la ciudad principal, Montevideo, que reúne a la mitad de la población del país, sino en Paysandú, una ciudad de algo menos de cien mil habitantes.
Eso es ciertamente lo atípico de este festival, pues en el mundo, similares se realizan en ciudades de gran población, pero aquí, en este pequeño país, la sede es una ciudad que si bien tiene una excelente posición geopolítica, no tiene la cantidad de habitantes que generalmente se estima imprescindible para financiar sus costos. La primera comprobación fue la escasa cantidad de público que concurrió a las funciones, más allá de que en la mayoría de las puestas en escena fue comprobable una muy buena calidad artística. A esto debe agregarse que no había muchas otras ofertas de entretenimiento de calidad.
Eso llevó a que la Intendencia de Paysandú fuera el principal auspiciante del festival, no solamente a través de la infraestructura, del teatro, sino también con un considerable aporte económico, imprescindible para que Paysandú mantuviera viva esta muestra.
Por otra parte, la presencia de elencos internacionales --como ocurre en todas las de su tipo-- se logra por los auspicios que los propios elencos obtienen para financiar su viaje hacia y desde Paysandú, en este caso. Una gran cantidad de coordinaciones, auspicios y esfuerzos, unidos para que Paysandú fuera otra vez sede teatral internacional. Un lujo que aún el espectador común no ha tomado en debida cuenta, pero que pone cada dos años el nombre de esta ciudad en la atención de cientos de artistas teatrales de aquí, allá y más allá.
Perchejov
Entre las propuestas teatrales, la del elenco de Fray Mocho, Buenos Aires, fue sin dudas la más debil, en un año dedicado a Anton Chejov por los ciento cincuenta años de su nacimiento y a Florencio Sánchez por los cien años de su muerte. Fray Mocho volvió con “Perchejov”, espectáculo que une las obras cortas “Trágico a pesar suyo”, “El daño que hace el tabaco a la humanidad” y “El canto del cisne”. Dirigida por Ernesto Michel, tuvo las actuaciones de Carlos Bocca, Héctor Ramis y el propio Michel.
El principal error de la puesta en escena es haber desviado el sentido original de las obras de Chejov, muy especialmente “El canto del cisne”, convertido en una divertida estudiantina, cuando es una lúcida reflexión sobre el fin de la vida en la escena, con todo el dolor que ello implica. El punto de vista definido por la puesta en escena es que la alegría no muere en tanto haya actores en escena, lo que no es criticable; es deseable que así sea. Pero corresponde respetar la idea creativa del autor. De lo contrario, sería bueno escribir una nueva obra que exponga, entonces sí, esa alegría --a veces desenfrenada-- que se vio en la escena del festival sanducero.
El Oso
El grupo Mandorla de México presentó otra versión de “El Oso”, de Anton Chejov, dirigida por Leonardo Cabrera, con las actuaciones de Jessica Elías, Fernando Valencia y Rodrigo Núñez. A diferencia de la versión del Grupo Dramart Teatro de Venezuela, esta puesta en escena sigue un planteo clásico de la obra, realizada con calidad y realidad escénica. Ésta es una de las obras cortas más conocidas del autor ruso, por tanto a medida que pasa el tiempo se torna más y más dificil llevarla a escena, en la medida que el espectador conoce muy bien el texto y en consecuencia debe ser sorprendido por lo que aprecia en escena.
En este caso no hay sorpresas, se sigue el planteo clásico de este juego escénico en que el amor aparece después de la pelea, en que la soledad lucha hasta que es derrotada por la vida de a dos.
El daño que hace el tabaco
El grupo Beyert, de Argentina, propuso en la escena de la Muestra una versión de la obra corta “El daño que hace el tabaco”, monólogo en un acto de 1886. Ivan Ivanovich Luijin, el esposo de la propietaria de una escuela de música y un pensionado de señoritas es enviado por ésta para dar una conferencia sobre el tema al que refiere el título de la obra. Aparecen así las desavenencias conyugales y la opresión que sobre el hombre hace la esposa.
La característica del monólogo no permite un gran aprovechamiento del escenario, por lo que el actor debe hacer uso de su voz, de sus pausas, de su entonación para sacar adelante la propuesta. En este caso se logra, la obra transcurre con gracia y eficacia teatral.
La segunda muerte
de Anton Pavolovich
La actriz Olga Knipper, mujer de Anton Pavlovich Chejov y la joven Nina Lennikova, acostumbran visitar la tumba de Chejov y conversan con él. Las mujeres terminan conociéndose y discutiendo del arte y la vida. Asoma ante estos personajes la figura, los pensamientos y el humor del autor ruso. “La segunda muerte de Antón Pávlovich” en cierta medida desmiente la imagen que se tejió posteriormente en torno al fallecimiento del escritor Antón Chejov, a la temprana edad de 44 años. La obra, lógicamente, no pretende echar luz respecto de informaciones específicas sobre estos sucesos, sino otorgar una mirada sarcástica, ante la necesidad de repensar determinados momentos históricos.
Para algunos, la revolución bolchevique incluía la personalidad y los escritos de Chejov, según ellos una especie de militante y visionario del futuro régimen estalinista, cuestión absurda, como se demostró posteriormente. Son precisamente esas vidas mínimas --su viuda y una especie de “hija” que, sin conocer a Chejov, lo consideró siempre un padre-- quienes ajustan aquí las cuentas del pasado, devolviéndonos al presente lo que el escritor ruso siempre fue: un humanista profundo que traspasó las ideologías del momento y le habló a la gente de todas las épocas.
La obra, de Carlos Meza, con Elsa Poblete y María Rodríguez, del Teatro Imagen de Chile, fue un interesante ejercicio escénico, donde con escasos elementos se desarrolló el núcleo argumental, construido por partes que unidas expusieron el todo, el verdadero valor de la obra de Chejov, de su legado.
Las tres hermanas
“Las tres hermanas”, por la Compañía Dos Desejos, era la puesta en escena más esperada de la Muestra y certificó la expectativa, con un muy bueno y logrado espectáculo teatral. Es ésta la pieza más sombría de Chejov. Las tres hermanas sueñan con ir a Moscú, la ciudad alegre y mundana, para salir de esa vida aburrida y gris en que viven, en la familia Prozorov. La llegada de militares introduce novedades y un optimismo efímero, pero poco a poco la ilusión desaparece, las hermanas aceptan que su sueño nunca se cumplirá. Chejov advierte que lo importante no es el final, que Moscú es la excusa para tener un camino largo y lleno de aventuras plenamente vividas. Las hermanas dejan pasar las ocasiones y sólo Natasha, su cuñada egoísta y vulgar, se irá haciendo con todo lo que quería. Es una mirada desoladora, entre los pequeños detalles en escena y lo que se adivina sucede fuera de ella.
Una muy buena puesta en escena, dirigida por Pedro Garrafa y un sólido elenco donde destacan Eloisa Vilela Fusco, Lilia Nemes y Patricia Castilho, para sostener una obra “larga”, de gran contenido. Un notable cierre para la muestra sanducera.
Hacia la Séptima Muestra
En 2012, probablemente en noviembre, se deberá desarrollar la Séptima Muestra Internacional. Sin dudas, cada nueva edición ofrece nuevos desafíos y probablemente la financiación vuelva a ser el principal tema de discusión y lo que demande mayores esfuerzos. Es indudable que la Intendencia debe mantener su colaboración, pero también es cierto que es tiempo de involucrar a las empresas privadas, a las grandes industrias, toda vez que se brindan facilidades impositivas a aquellas que patrocinan este tipo de acontecimientos culturales.
Apenas terminada la muestra, seguramente lo que se necesita es un buen descanso. Pero en un tiempo, seguramente sea apropiado volver a la organización, aprendiendo de lo realizado, para continuar el camino, con más y mejores resultados. Porque el telón volverá a abrirse. Al gran teatro de América Latina.
Enrique Julio Sánchez
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