Paysandú, Martes 23 de Noviembre de 2010
Opinion | 16 Nov La reciente presencia en Buenos Aires de una delegación de actores públicos y privados sanduceros en la Feria Internacional de Turismo (FIT), tuvo como motivación central promover junto a Salto y el Ministerio de Turismo y Deporte los atractivos del corredor termal del Litoral, que a esta altura es una región con grandes atractivos naturales pero prácticamente virgen en cuanto a la incorporación de infraestructura, si comparamos lo que se ha hecho hasta ahora, sobre todo en Paysandú, respecto a escenarios similares en otras latitudes.
Pero más allá de la promoción turística destinada a los lugares que son grandes emisores de turistas, como el propio Buenos Aires, la Argentina y Brasil, con la expectativa de que el objetivo de que los agentes privados incluyan a esta zona en los paquetes que se arman para ofrecer a viajeros, tenemos asimismo en Paysandú como uno de los objetivos de desarrollo en el área la promoción de las playas del río Uruguay y la venta de servicios en la ciudad para eventuales veraneantes de la vecina orilla que se establecen temporalmente en Colón, que está a tiro de piedra de Paysandú en cuanto a la distancia, pero a horas y horas de lejanía si tenemos en cuenta los serios obstáculos que se plantean por las demoras y requisitos de cruce en el puente “General Artigas”.
Lamentablemente, este es un problema que se reedita año a año y se agrava en fechas puntuales como en los días de ingreso masivo y recambio turístico, pero tiene un nivel sostenido durante prácticamente toda la época veraniega y obra como factor disuasivo, al punto que el intendente de Colón, Hugo Marsó, ha sostenido en más de una oportunidad que ha dejado de recomendar el cruce a Paysandú, aunque sea por una tarde, porque al regreso quienes se animan a hacerlo --y pagar el oneroso peaje, además-- le han reprochado amargamente que han debido aguardar en el puente más tiempo que el que dedicaron a visitar Paysandú, y han optado por no volver a intentarlo.
Este no es un tema menor, sobre todo porque pasan los años y seguimos en la misma problemática, sin que se le haya encontrado la vuelta a la cosa y afectando seriamente no solo la integración turística, sino en todas las áreas, aunque la mayor afectación sea precisamente en el turismo.
Este escenario es preocupante y nos consta que tanto los actores gubernamentales como privados de ambas orillas han tratado de que se allanen las dificultades, pero hasta ahora las respuestas han sido muy magras, salvo en algunas medidas puntuales que igualmente no han logrado un cambio drástico en los tiempos de atención, a lo que se le agrega un tránsito vecinal que lamentablemente en lo que respecta a los viajeros de nuestra orilla se centra en las compras de mercadería en Colón pero no en el eje que debería tener el intercambio y la integración regional evaluada en su globalidad.
La reciente recreación del Comité Binacional de la Hidrovía del Río Uruguay y luego del Comité de Desarrollo Fronterizo Paysandú- Colón constituyen ámbitos en los que es necesario perseverar en el trabajo para abrir puertas y sensibilizar centros de decisión que hasta ahora solo han funcionado a medias, por decir lo menos, pero es notorio que existe una burocracia de mandos medios y funcionarios dependientes que han tramado una red de muy difícil desmantelamiento, desde que siguen primando las chacras de poder, del reino del sello propio sin el cual es imposible seguir adelante con cualquier tramitación, y en algún caso también deben reconocerse carencias de personal y de infraestructura para agilizar un cruce que es desalentador para el viajero y que no solo es una característica del paso de frontera Paysandú- Colón.
El punto es que una y otra vez, tanto gobernantes nacionales como regionales y departamentales de ambas orillas, con el apoyo de las fuerzas vivas, apelan recurrentemente a reafirmar lazos de integración, sobre todo a partir de encapsular el conflicto por la instalación de la planta de celulosa para seguir avanzando en áreas clave para la región, incluyendo la reactivación de la hidrovía del río Uruguay y el turismo, pero una y otra vez reaparecen los obstáculos para plasmarlo en hechos, que son los que importan.
Más allá de los enunciados de las cabezas de organismos con competencia en el área, incluyendo las cancillerías, la realidad indica que la transmisión de las supuestas medidas de corrección de los problemas se va diluyendo, una y otra vez, y que cuando estamos a un mes del inicio de la temporada veraniega, difícilmente lleguemos a algunas respuestas efectivas para el próximo verano, a menos que realmente se pueda actuar en este ínterin con una celeridad que hasta ahora no se ha demostrado, lamentablemente.
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