Paysandú, Martes 23 de Noviembre de 2010
Opinion | 18 Nov La mezcla de estupor e indignación que ganó primero a las autoridades departamentales, integrantes de la Comisión Intersectorial pro Puerto Ultramar de Paysandú (Cipup) a operadores y las fuerzas vivas de Paysandú al conocerse la imprevista decisión --luego rectificada en la tarde anterior-- de la Dirección Nacional de Hidrografía, de llevarse la draga desde su lugar de trabajo en paso Almirón Chico, muestra en toda su crudeza la prescindencia con que se deciden las cosas en organismos fuertemente centralizados, sin tener en cuenta el sentir y las necesidades de un Interior que con toda razón percibe que es postergado a la hora de las decisiones.
El 29 de octubre, según denunciaron los integrantes del gremio que lleva adelante los trabajos –suspendidos en varias oportunidades--, recién se había firmado el convenio para reiniciar el dragado, en un momento muy favorable para ello, desde que el estiaje del río permite una tarea más efectiva y sistemática para dejar libre el canal de tránsito fluvial, que además requiere un mantenimiento fluido.
Sin embargo, con solo dos semanas de trabajo –es decir unas pocas decenas de metros de avance por uno de los dos veriles— a un técnico se le ocurrió que era prioritario llevarse la draga a Carmelo para mantenimiento por uno, dos, tres meses, como si sobrara el tiempo en el operativo de dragado, cuando es notorio que el retraso acumulado ya es por demás excesivo y ya los tiempos urgen.
En momentos en que estamos en un período de relanzamiento de las relaciones entre las dos orillas del río Uruguay, azotadas durante años por la distorsión del síndrome de los activistas de Gualeguaychú, y se está trabajando de consuno para reactivar el transporte fluvial y la integración a través del Comité Binacional de la Hidrovía del Río Uruguay, desde atrás de un escritorio, en Montevideo, alguien entendió que la única draga disponible en el Litoral debería pasear ida y vuelta hasta Carmelo, postergando una vez más la finalización de las obras por un tiempo que no está siquiera claro cuánto durará, o que directamente nunca llegará.
Por lo pronto, es indudable que hay muy malos antecedentes en cuanto a desplantes del centralismo que conspiran contra los intereses del país, y en el caso de la Dirección Nacional de Hidrografía tenemos como experiencia que durante muchas décadas ignoró al puerto de Paysandú y los puertos del Litoral, naturalmente que siguiendo directivas o con la aquiescencia de los respectivos gobiernos nacionales.
Y pese a que esta dependencia del Ministerio de Transporte y Obras Públicas dispuso una contraorden a la decisión inicial, por cierto que se mantienen dudas respecto a la real motivación de la primera directiva, desde que siempre está latente la posibilidad de que no hubiera necesidad inmediata de que la draga pasara a mantenimiento y mucho peor aún, que una vez reparada siguiera el camino del puerto de la Paloma –como trascendió-- u otro destino, en lugar de volver a Paysandú.
Es que todos sabemos como se las gasta el centralismo, y los sanduceros tenemos todavía la marca candente de la decisión del Ministerio de Salud Pública adoptada durante la Administración Vázquez, cuando se llevó el litotriptor de Paysandú con la promesa de devolverlo lo antes posible o llamar a licitación para uno nuevo en un período no mayor a los seis meses.
Pues han pasado los seis meses, un año, dos y tres, y nada más se ha sabido del litotriptor afectado a Paysandú, ni siquiera a través de una mentira piadosa, por lo que el reciente episodio de la draga bien justifica la desconfianza de los sanduceros. Pero a diferencia de Salud Pública, la Administración Nacional de Puertos ha dado una y otra vez muestras de tomar muy en serio a los puertos del Litoral, y sus actuales autoridades han reafirmado continuidad en los objetivos trazados en su momento por los anteriores presidentes Fernando Puntigliano y Gastón Silbermann, lo que está reafirmado por los hechos.
Igualmente, seguimos estando en el país de que mientras alguien junta hay muchos que desparraman, parafraseando la sentencia bíblica, y que por lo tanto cuando el país se juega una apuesta fundamental para impulsar el transporte fluvial para sacar los granos, la madera, para promover el transporte multimodal con participación, en un futuro que esperamos cercano, del ferrocarril y el apoyo del transporte carretero, aún hay grupos de burócratas que están en otra, apoltronados en sus sillones de escritorio, ignorando las necesidades y urgencias del Interior y decidiendo los destinos por encima de las voluntades políticas, porque lo que no sucede en Montevideo no es un problema para el país.
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