Paysandú, Miércoles 24 de Noviembre de 2010
Locales | 21 Nov (Por Horacio R. Brum) El dos a cero de la selección chilena, sobre un Uruguay que pareció jugar con el mate debajo del brazo, pasó a segundo plano cuando terminó el partido del miércoles pasado, en Estado Nacional santiaguino. De las tribunas, donde las camisetas rojas del cuadro anfitrión se mezclaban con ropas negras de luto, se levantó una gigantesca ola de cariño hacia Marcelo Bielsa, el técnico que devolvió a Chile las posibilidades de ser alguien en el fútbol mundial. Entre las banderas y pancartas con la cara del “Loco” Bielsa, un gran cartel decía “Perdónalos, porque no saben lo que hacen” y los vivas al entrenador se alternaban con abucheos e insultos para un tal Jorge Segovia. El mensaje era para los dirigentes que participaron en las recientes elecciones de la nueva directiva de la Asociación Nacional del Fútbol Profesional (ANFP) y el destinatario de los insultos era el presidente electo de la organización, un empresario español. Todos ellos son culpables, según la ira popular, de la decisión de Bielsa de dejar su cargo.
En política se suele hablar de un golpe de Estado “blanco” cuando un individuo o un grupo se apoderan del gobierno sin violencia física, pero estirando al máximo los límites de la legalidad. Algo así parece haber ocurrido en la ANFP chilena, con el efecto colateral de la renuncia del hombre que en poco menos de tres años se convirtió en una figura mítica, en un país siempre necesitado de reforzar su identidad con mitos y leyendas heroicas. La codicia empresarial, las mezquindades políticas y probablemente la envidia por el que progresa sin componendas ni claudicaciones, un rasgo de la idiosincracia nacional conocido como “chaqueteo”, se combinaron para lo que todos los comentaristas deportivos y la intuición popular, han visto como la destrucción del sueño de poner a Chile en las canchas a la par de Argentina, Brasil o Uruguay.
Marcelo Bielsa fue traído en 2007 a la selección chilena, cuando nadie daba por ella dos cobres, por Harold Mayne-Nicholls, el ahora presidente saliente de la ANFP. Periodista de profesión, Mayne-Nicholls pertenece a una clase media educada, de raíces inmigrantes y con visión cosmopolita, que no abunda en Chile, y tiene una larga e importante carrera en la administración del fútbol, incluidas funciones de responsabilidad en la FIFA, el máximo órgano del deporte mundial. Con esa experiencia, se propuso convertir a la selección no solamente en un equipo, sino en un producto de categoría internacional, además de revitalizar el fútbol nacional. Bielsa, por su parte, trajo el impulso argentino en cuanto a competitividad, audacia y creatividad, que por su propio carácter obsesivo y reservado, logró armonizar con el sentido del respeto por la autoridad y por la figura del padre o patrón severo pero justo, profundamente impresa en el alma de los chilenos. Así logró que los jugadores lucharan del comienzo al fin de los partidos, en vez de desmoralizarse con el primer gol del contrario, como ocurría antes, y se convirtió en un auxiliar indispensable del proyecto modernizador de Mayne-Nicholls.
La campaña de éxitos hacia el Mundial de Sudáfrica y el buen rendimiento en ese campeonato renovaron el interés popular por el fútbol, que se tradujo en cifras millonarias de auspicios para la selección y un aumento notable de los suscriptores al CDF, el canal de propiedad de la Asociación que transmite los partidos en la televisión por cable y deja a la entidad unos 40 millones de dólares al año. En los triunfos económicos pudo haber estado el principio del fin para el proyecto de Mayne-Nicholls, porque se atrevió a proponer un reparto más equitativo de las ganancias del CDF entre los clubes grandes y pequeños, debido a que la mayor tajada se la llevan tres clubes de la primera división. Además, quiso que las ganancias de la selección, también compartidas por los clubes, se destinaran a programas para el mejoramiento del deporte.
El presidente de Chile y empresario Sebastián Piñera es dueño del 13% de las acciones de Colo-Colo, uno de los tres clubes grandes que organizaron el derrocamiento de Harold Mayne-Nicholls; un porcentaje similar tuvo el subsecretario de Deportes, hasta que fue obligado a vender sus acciones por un dictamen de la Contraloría de la República, el cual estableció que su cargo no era compatible con ser accionista de un club deportivo. El comprador de esas acciones fue el consuegro de Piñera, quien ahora posee la mayoría absoluta del paquete accionario de Colo-Colo.
Mayne-Nicholls nunca vio con buenos ojos estos manejos y también tuvo discusiones con el subsecretario de Deportes por el reparto de los dineros del CDF, pero su relación con el poder político se complicó más en el Mundial de Sudáfrica.
Durante el torneo, el funcionario del gobierno hizo gestiones para formar una lista que bloqueara la entonces muy posible reelección del presidente de la ANFP; por otra parte, éste recibió como huésped de honor en la concentración del equipo a la ex presidenta Michelle Bachelet, con quien siempre tuvo una relación de simpatía, y declaró en público su irritación cuando se enteró por los diarios de que Piñera iba a invitar al equipo a una recepción en la casa de gobierno, sin habérselo informado antes a él. En este evento, Marcelo Bielsa se hizo famoso por la frialdad con la que dio la mano al mandatario, y no faltaron los comentaristas y políticos de derecha que adjudicaron esa “falta de respeto a la institución presidencial”, a las supuestas tendencias izquierdistas del entrenador.
En ese contexto apareció la candidatura a la presidencia de la Asociación de Jorge Segovia, el empresario dueño del club Unión Española, que encaja mejor que Mayne-Nicholls en el ambiente de los hombres que hoy controlan económicamente el fútbol chileno, sacando partido de la ley de sociedades anónimas que abrió las instituciones a los inversionistas.
Segovia, dueño de la cadena de universidades y colegios SEK (sigla de San Estanislao de Kotska), es uno de los tantos empresarios extranjeros que llegaron a Chile durante la dictadura militar, atraídos por la posibilidad de hacer negocios con poca inversión y gran ganancia. Según algunos medios chilenos, en España tenía la mala fama de aplastar cualquier intento de sindicalización en sus empresas.
Al igual que Piñera, no incluye al fútbol entre sus deportes de práctica regular, ni va habitualmente a los estadios, pero en 2008 compró Unión Española y lo convirtió en un producto asociado a la marca de su universidad. En opinión de Danilo Díaz, premio nacional de Periodismo Deportivo 2009, Segovia “de la pelotita entendía poco y nada”. Esta es una idea que comparte la mayoría de los comentaristas y conocedores del fútbol chileno y que agranda aún más la duda sobre quiénes estuvieron detrás de su desafío a Mayne-Nicholls, en especial si se tiene en cuenta que el presidente electo tiene afinidades y contactos con los sectores de la derecha gobernante.
Bielsa, por su parte, se comprometió a fondo con el dirigente derrotado e incluso la noche antes de la elección dio una conferencia de prensa para dejar en claro que no estaba dispuesto a trabajar con Jorge Segovia. En esencia, el técnico dio a entender que con el dueño de la SEK habían llegado los mercaderes al templo y de ahora en adelante todo el trabajo de la selección estará dominado por los intereses comerciales.
Que los mercaderes lleguen al templo de la ANFP no es nada extraño, con uno de ellos en el palacio presidencial y sospechoso de haber intervenido en el golpe blanco contra Mayne-Nicholls (los rumores al respecto incluso convirtieron el asunto en tema de discusiones parlamentarias); lo extraño es que un grupo de hombres habituados a pensar en negocios de largo plazo y grandes ganancias haya puesto en marcha una bomba de relojería cuya explosión, si nadie es capaz de retomar el proyecto de Bielsa y Mayne-Nicholls, destruirá la ilusión que permitía distraer a los chilenos de los errores y debilidades de un gobierno nacional que todavía no parece tener un rumbo claro.
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