Locales | 21 Nov La colectividad libanesa de Paysandú adhiere en esta jornada a la conmemoración del 67º aniversario de su independencia. Un precio muy grande y una más que importante ración de lágrimas ha tenido que pagar el Líbano por ser encrucijada entre civilizaciones y grandes pueblos. Ubicado al norte de Israel y al oeste de Siria, continúa aún convulsionado por continuos enfrentamientos que le tienen de rehén y continúan perjudicando la soberanía del país. Con un ejército pequeño, teniendo en cuenta los problemas que enfrenta, que lo torna incapaz de ejercer una resistencia eficiente, su población de casi tres millones de habitantes espera pacientemente que prosperen las conversaciones de paz en el Medio Oriente y ruega para que el mundo no mire indiferente y desinteresado hacia otro lado.
¡Tantas veces ocupado! Campo de batalla de guerras no provocadas, no buscadas, no declaradas ni queridas, El Líbano continúa de pie, al igual que el cedro que enarbola en su bandera, ¡fuerte, noble y firme! Espera entre lágrimas y sangre, entre adversidades y sufrimientos, poder alcanzar el derecho a la soberanía plena, porque ha sido ganada a lo largo de su existencia por impar servicios de los valores fundamentales, sin los cuales carece la vida de esencia y la patria de su existencia, y estos valores son la fe, la libertad, la democracia y la justicia social. Descendientes de libaneses, pueden ustedes estar orgullosos del país de sus antepasados, de dimension reducida pero grande en ambición y espíritu. Este pueblo arraigado en la historia les dice a sus hijos diseminados por el mundo, que llegará el día en que se elevará para afirmar su presencia en todos los sectores de la actividad humana, dejando atrás los cargos del pasado y triunfando por sobre todos los obstáculos. El pueblo libanés está comprometido a seguir el camino de la tolerancia, de la paz y del progreso. Colectividad libanesa de Paysandú, noviembre 22 de 2010