Paysandú, Martes 30 de Noviembre de 2010
Opinion | 23 Nov Muchas veces relegados por las innovaciones de una vida moderna que parece priorizar lo instantáneo y lo fácil, los viejos, englobados bajo el eufemismo de “tercera edad” o “edad de oro” no sólo son baluartes afectivos de muchas familias sino también depositarios de conocimientos e informaciones que las generaciones jóvenes no tienen.
Uno de los principales problemas demográficos de Uruguay es que tiene su población envejecida y suele pasar que la jubiliación de veteranos trabajadores o artesanos signifique también la desaparición lenta y paulatina de algunos oficios.
Hay trabajos cuya existencia ya no se justifica más. Por ejemplo, en cierto momento existió un lucrativo entramado de servicios referidos al arreglo y mantenimiento de las miles de máquinas de oficinas que existían en el país. Sin embargo, hoy ya no se usan más y por lo tanto el oficio también desapareció.
Pero existen otros que son y seguirán siendo siempre necesarios. El caso de los albañiles es uno de ellos. Sin embargo, es cierto que son pocas las personas que realizan este trabajo por vocación y muchos de los que llegan sin tener conocimiento del mismo y deben transitar por un largo proceso de aprendizaje práctico para llegar a adquirir los fundamentos del oficio. En consecuencia, la mano de obra capacitada se está volviendo cada vez más escasa.
Con estos antecedentes, el Poder Ejecutivo remitió al Parlamento un proyecto de ley que posibilita el desempeño de jubilados de la industria de la construcción en tareas docentes en el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop). La propuesta presentada se genera en base a la escasez detectada de capacitadores disponibles, particularmente en las áreas más tradicionales y de mayor demanda, por lo cual se entendió conveniente la incorporación de personas jubiladas del propio sector de la construcción, previa instrucción de aspectos pedagógicos básicos.
El proyecto --que permite seguir cobrando la jubiliación en paralelo a la actividad docente-- no hace más que reflejar el interés y la necesidad por generar instrumentos que permitan acelerar los procesos y procedimientos de capacitación y formación profesional continua a todas las personas que trabajen en la construcción o aspiran e hacerlo. Se trata de una buena idea que apela a los recursos existentes, acordándose del valor de los conocimientos de nuestros abuelos y que, de ser aprobada, permitirá que aquellos que lo crean conveniente puedan seguir aportando a la sociedad para solucionar sus problemas.
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