Paysandú, Martes 30 de Noviembre de 2010

Opiniones

Solicitada

Locales | 28 Nov Impactada, sí, así quedé cuando leí la carta “Respuesta del Dr. Gastón Pesce Echeverz” publicada el pasado domingo 21 del corriente mes.
En primer lugar quiero aclarar que no conozco al Dr. Pesce, como tampoco conocí a la joven asesinada, ni a su familia. Soy una empleada y mi opinión totalmente desde mi “yo” personal, desde yo, el ser humano. Hay cosas que veo, vivo, leo y me tocan tan profundamente que no puedo dejarlas pasar así porque sí. Tal vez no logre nada con esta carta, pero al menos logro descargar y expresar lo que siente y pienso sobre la carta de este señor Dr. Pesce.
Impacto y lástima tal vez por las expresiones de un señor que tiene un título, es un Abogado y no deja de sorprendernos. No entiendo nada de leyes, ni penas, ni nada referente a esta causa tan triste. Si entiendo el derecho a la vida, de vivir, de respeto, de educación, por eso con todo respeto le pregunto al señor, al doctor Gastón Pesce: ¿Una mujer si no es santa, no tiene derecho a la vida? ¿Es usted el ogro feroz que le cortó las alas, los sueños, las creencias religiosas, la vida, a una mujer porque no era santa? ¡Por Dios! Perdón doctor: ¿es usted un hombre? Un hombre no puede expresarse así de una mujer, un hombre no puede estar difamando de la forma que usted lo hace, públicamente y gratuitamente, la intimidad de una mujer que usted mató, una mujer que está muerta por su agresividad, muerta por el “ogro feroz” que usted aún guarda en su interior.
Usted no sabe lo que es sufrimiento, usted no sabe lo que es perder un hijo, usted en verdad no sabe lo que es sentirse desgarrado, destruido por la falta de un hijo. Me imagino a los padres de esta mujer que no recuerdo su nombre, me los imagino personas mayores. Es lógico que cada año celebren piadosas misas. Doctor le explico porque seguro que usted no lo sabe. Estos padres buscan y seguirán buscando consuelo por el resto de sus vidas, porque esa muerte ya pasó para usted, para mí, para el mundo. Pero para esa madre, ese padre, esa familia, la muerte aún sangra y seguirá siendo así, sangra y sangra cada día, cada año, cada noche, esa muerte sigue sangrando porque es una hija, una mujer, una vida, que no salió de abajo de una piedra. ¿Podrá usted entenderlo?
Esta familia seguirá buscando consuelo en todo aquel que se le acerque y cuando se duermen de noche, sueñan que al despertar su hija estará allí en su hogar, junto a sus seres queridos. Ese es el sueño de cada día de esta familia que no conozco. Sueñan que al despertar su hija estará allí, con sus virtudes y defectos, con sus creencias y devociones. Usted doctor no sabe que nacemos y vivimos “preparados” (por decirlo de alguna manera), para enterrar a nuestros padres, pero no nuestros hijos.
Nadie es perfecto señor, nadie lo es y otra cosa; no hay escuelas de la vida, la vida misma es una escuela, doctor. No hay escuelas de padres, nuestros hijos nos enseñan, con ellos crecemos. Por lo tanto señor, los errores están. No erra el que no hace nada. Lo bueno es que aprendamos algo de los errores. No creo que usted haya aprendido algo del horrendo error que cometió, porque si así fuera, si le hubiera dejado una enseñanza esto, sería la humildad, el respeto por la familia destrozada, buscaría el perdón, el consuelo, que dicho sea de paso, solo Dios podría dárselo.
Usted sigue tratando de justificar que mató a esa mujer porque no era santa, mató porque no tenía un pasado, mató porque era adicta a ritos esotéricos.
Con todo esto doctor, desde mi “yo” ser humano, usted mató a una joven que estaba haciendo escuela de vida, experimentando, creciendo, respirando, como usted ahora.
Mató una hija, una mujer, un ser humano y no compare su caso con otros doctor, la muerte no se puede comparar, la muerte es la muerte y no tiene comparación.
Disculpe doctor, crezca, crezca cargando su mochila con esta muerte y comience a caminar, tal vez así pueda encontrar un poco de paz.
Otra cosa doctor; ¿sabe usted las “inconstitucionales ventajas” que de la ley de violencia doméstica, no es solo para la mujer, sino que también es para los niños, y los hombres porque también hay hombres sometidos? Lo lamentable es cuantas vidas se han perdido gracias a que las víctimas desconocen que pueden ser protegidas por las “inconstitucionales leyes”. Y paradójico a decir de usted y yo comparto: “Nada, ni nadie puede justificar una muerte”, y la dejo ahí.
El impacto que me causó fue tremendo. Dios le de paz y la fuerza necesaria para cargar su mochila doctor y disculpe mi ignorancia sobre leyes, procesos y todo eso. Simplemente soy una mujer, madre, trabajadora y valoro la vida como tal.
Que Dios le de consuelo a esa familia que al leer su solicitada supongo no habrán podido contener la lágrimas.
Miryam Montiel, C.I. 3.916005-3
P/D: Yo no me escondo en el anonimato, yo soy una madre, mujer que se sintió tocada por sus expresiones.


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