Opinion | 05 Dic Uno de los aspectos más controvertidos de la administración municipal encabezada por Julio Pintos fue haberle dado continuidad al sistema organizativo de la Semana de la Cerveza introducido –en parte-- por la gestión anterior. En pocos años, la fiesta sanducera por excelencia y verdadera carta de presentación regional en el área turística, experimentó un cambio radical que incluyó la instalación de un vallado perimetral, la convocatoria a privados para la actividad en el escenario mayor y el cobro de entrada.
Estos cambios dividieron rápidamente las opiniones, ya que un porcentaje de los sanduceros entendió que cobrar entrada significaba despojar a la fiesta de su carácter popular, limitando sus propuestas a aquellos con el poder adquisitivo suficiente para costear los gastos de entrada para toda una familia. Otros, en cambio, se manifestaron afines, ya que –según su óptica-- de esta forma se “saneó” el predio ferial de personas que, muchas veces bajo los efectos del alcohol, molestaban a los visitantes, al tiempo que la organización artística por privados eximiría a la comuna de las cada año más onerosas pérdidas económicas.
Lo cierto es que la fiesta cervecera, más allá de cambios y controversias, sigue siendo el evento más popular del Litoral uruguayo y atrae cada año a miles de personas. Muchos aseguran que la gente viene cada vez menos y atribuyen el fenómeno a la escasez de servicios, espectáculos de relieve y monótona propuesta en los estands del predio ferial, en tanto los más optimistas auguran un verdadero renacimiento de la fiesta, propiciado por el buen momento económico del país y el crecimiento explosivo del turismo interno, ávido de propuestas de esta naturaleza.
El desafío de la nueva administración municipal, más allá del escaso interés empresarial en organizar el evento, será conjugar eficazmente una propuesta atractiva con mesura al momento de gastar dinero. Paysandú, su gente y los turistas merecen una fiesta de relieve, pero es muy difícil garantizar el éxito económico y mucho menos conformar a todos.