Opinion | 09 Dic Mientras Brasil y en menor medida Argentina empeñan grandes esfuerzos para detener el avance del dengue, que ya cobró centenares de víctimas, nuestro país, merced a una eficaz campaña de información y la labor de las autoridades sanitarias, mantiene a la enfermedad fuera de fronteras, al tiempo que extrema los controles en todo el territorio.
En Paysandú, de acuerdo al último muestreo realizado por la Dirección Departamental de Salud, la presencia del mosquito Aedes Aegypti (vector de la enfermedad) sigue siendo baja, aunque la posibilidad de abundantes lluvias podría modificar sustancialmente este escenario, exponiendo a la población a un verdadero riesgo epidemiológico.
La metodología utilizada en nuestra ciudad se denomina Lira y de las 1.570 muestras obtenidas, únicamente 39 señalaron presencia del mosquito. La noticia resulta auspiciosa y demuestra que el trabajo de los equipos dependientes de la Dirección de Salud dio sus frutos y que la población, más allá de excepciones, comprendió la magnitud de la amenaza y contribuye a la campaña preventiva.
Sin embargo, en muchos hogares sanduceros no se respetan las medidas profilácticas y se propicia el desarrollo del vector, comprometiendo la salud de toda la población y la vigencia un estatus sanitario que se logró en base a grandes esfuerzos.
En Uruguay, como suele decirse jocosamente, las cosas suceden veinte años después, pero la evidencia indica que en esta ocasión el dengue está a las puertas del país y que de no mantenerse las medidas preventivas desembarcará en nuestras ciudades y las consecuencias podrían ser nefastas. El presente indica una baja población del mosquito y un país llamativamente al margen de la enfermedad, pero el compromiso de la gente con la campaña y la adopción de medidas tan sencillas como imprescindibles, pueden hacer la diferencia entre un país amenazado y otro sacudido por una epidemia que ya golpea con dureza a nuestros vecinos.