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Paysandú, Lunes 20 de Diciembre de 2010

Sin hacer nada

Opinion | 20 Dic La cifra asusta. El 20% de los jóvenes de entre 15 y 24 años no trabaja ni estudia. En pocas palabras, no hacen nada. El dato fue mencionado por el ministro de Educación y Cultura, Ricardo Ehrlich, en el seminario “Pensar la relación entre Educación y Trabajo”, organizado por el Consejo de Educación Técnico Profesional con el objetivo de aportar a la elaboración del conocimiento, reflexión e intercambio sobre la compleja relación entre educación y trabajo.
Ehrlich señaló que esto representa una “seria hipoteca para el país”. El ministro resaltó además cómo se inserta la relación trabajo-educación en la vida actual de los uruguayos y no sólo en la de los jóvenes --sector que más preocupa al gobierno-- sino también en la de los adultos, que día a día deben capacitarse más. “Estamos preocupados por el relevo generacional porque algunas generaciones quedaron descolgadas y perdieron la continuidad de la educación y posteriormente del trabajo”, dijo.
Según el estudio Juventudes, realizado por el INJU, un 17,9 % de las personas que tienen entre 15 y 29 años no estudian ni trabajan. Según datos de 2008, casi 30% de la población urbana total no logra completar el Ciclo Básico y solo el 36,5% de los jóvenes de entre 20 y 29 años finalizó la Enseñanza Media en alguna de sus modalidades. El abandono en la educación empieza a los 13 o 14 años. El primer punto de inflexión se da en el 1º año de la enseñanza media. La desvinculación vuelve a incrementarse en 4º año, en el primer año de la educación media superior.
Este problema no es nuevo para el país, de hecho se arrastra desde hace mucho tiempo. Sin ser expertos, es fácil concluir que no resulta positivo para los jóvenes, sus familias, la comunidad donde viven y el propio país que los adolescentes abandonen sus estudios y tampoco trabajen. Que tengan poco o nada que hacer, es una puerta abierta a las acciones perjudiciales como la drogadicción, el alcohol y la delincuencia. Es cierto que desde el gobierno se ha buscado de mil maneras reinsertar a los jóvenes en los estudios, pero también es cierto que con la excusa de que “los niños no deben trabajar” lo que se ha hechote todas las maneras posibles es ponerle trabas al trabajo. Al no lograrse el primer objetivo, con esto último lo que se logró es empeorar la situación, lo que a futuro provocará mayor marginación a las nuevas generaciones. ¿No iremos por mal camino? Quizás habría que rever un poco tanta protección al “trabajo infantil”, al menos desde los 15 años en adelante, porque siempre es preferible un trabajador con mala preparación que un drogadicto o delincuente, o que simplemente no sabe valorar el dinero y el trabajo.


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