Paysandú, Miércoles 22 de Diciembre de 2010
Opinion | 15 Dic “La Ilíada”, que deriva del nombre griego Ilión, cuyo significado es Troya, atribuida tradicionalmente a Homero, narra la cólera de Aquiles, su rencor y odio. No se contenta con derrotar a sus adversarios, tiene que humillar el cadáver de Héctor y consumir en festín ostentoso hasta la última gota de su ira, si ello fuera posible.
Uruguay se apresta a mirar hacia su pasado revolucionario, desde que el año que viene se conmemora el bicentenario del proceso revolucionario iniciado en 1811. El país entero mirará con unción patriótica, con respeto, y también con regocijo aquel pasado lleno de gloria, de aquellos orientales que se levantaron contra la opresión extranjera, que defendieron su propio suelo y que establecieron las bases de un estado libre y soberano, más allá que el sueño de Artigas no fue un país independiente.
Y es bueno hacerlo, reconocer a esos héroes que hoy en bronce mantienen vivo el recuerdo de aquellos tiempos de coraje. Pero, como no solo de mirar al pasado se vive, también hay que vivir el presente, con el mismo coraje. Entonces aparece “La Ilíada”. Porque hoy, como en aquel ya lejano pasado, Uruguay parece enfrentarse a un enemigo al que quiere destruir, humillar. Pero el enemigo no está esperando en la otra costa del océano con sus naves, el enemigo somos nosotros mismos; es a nosotros a quienes apuntamos nuestra propia ira desmedida.
País pequeño, con escasa población, con escasa producción, Uruguay no está en el fondo del tarro para los organismos internacionales, pues su renta se cataloga como “media-alta”. Eso reconoce el crecimiento de la economía en los últimos años, aunque eso no signifique una retribución mejor de los ingresos.
Pero, aunque no está en el fondo, el problema es que no logra realmente despegar. Siempre la cuenta regresiva es abortada por una u otra razón. Siempre la ira derrota a las buenas intenciones. Siempre un sector se cree dueño de la verdad.
Ahora mismo, el gobierno de izquierda soporta como puede el asedio de varios sindicatos que han lanzado una ofensiva impensable pocos años atrás. Ahora mismo se vuelve al discurso de “lucha de clases”, separando uruguayos para un lado y uruguayos para otro. Es el camino equivocado. Tenemos y tendremos diferencias, pero si no hacemos juntos el camino, no habrá camino. Con leer a Homero alcanza: “Canta, oh musa, la cólera del pélida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males...”.
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