Paysandú, Sábado 01 de Enero de 2011
Policiales | 31 Dic Un nuevo caso de inseguridad golpeó a una familia sanducera, cuyos integrantes vieron violada su privacidad, ya que mientras dormían en su apartamento ubicado en un segundo piso, desconocidos ingresaron al dormitorio y les hurtaron diversos efectos. La impotencia de las víctimas quedó de manifiesto en una nota concedida a EL TELEGRAFO, donde --entre otros detalles-- aseguraron que “es una sensación muy fea tan solo pensar que estando dormidos alguien estuvo parado a tu lado”. El matrimonio se despertó ayer por la mañana y grande fue su sorpresa al notar que el dormitorio se encontraba completamente desordenado, con ropa y papeles esparcidos en suelo. El nerviosismo se apoderó de los dueños de casa, quienes no entendían lo que había sucedido.
“Nosotros vivimos en un segundo piso en la zona céntrica y al parecer nos levantaron la persiana del dormitorio e ingresaron por allí. Estábamos durmiendo con mi esposo y nos robaron desde el cuarto. Se llevaron dos carteras, una de las cuales contenía varios documentos, lentes recetados, el celular, y nos revolvieron todo el placard, hasta buscaron qué robar en un bolso de bebé que tenemos de mi nieto”, relataron.
“Quienes entraron a nuestra casa se tomaron todo su tiempo, porque a juzgar por el estado en que quedó todo, hurgaron hasta en los cajones más chicos. Por suerte en ese momento no encontraron dinero. Creemos que deben haber escuchado algún ruido desde el interior de la casa, lo cual debe de haberlos asustado y aprovecharon para irse”, nos relató aún con amargura Lilia, cuyo apellido optamos por no divulgar. Lo llamativo del caso es que ninguno de los dueños de casa escuchó ruidos, por lo que intuyen que fueron atacados con algún tipo de somnífero. “Pensamos que fue así, porque hay veces que en la madrugada nuestro nietito se pasa con nosotros a la cama y ni bien ingresa al cuarto lo sentimos, siempre uno o el otro se despierta y prende la luz, y en este caso no ocurrió. Además, al levantarnos, tanto mi esposo como yo sentimos como un ardor en la garganta y en el estómago, algo que no es usual”, agregó la víctima.
En la vivienda vive el matrimonio, sus hijos y dos nietos. “Felizmente estos sujetos deben de haber sentido algún ruido proveniente de otras habitaciones de la casa y no ingresaron más que a nuestro cuarto, porque uno sabe de qué son capaces. Queda la impotencia de que al final tenemos que vivir más enrejados que los propios presos. Ya no nos queda privacidad ni en la propia casa ni en el dormitorio. Pensar que alguien, sea mujer, hombre o menor, estuvo parado al lado de mi cama mirándonos dormir, es escalofriante. Nos han violado toda privacidad. Además que este tipo de gente, cuando entra a un domicilio, está jugada a cualquier cosa”, relató Lilia, quien ya ha sufrido cuatro robos pero ninguno le generó tanta impotencia como éste.
La damnificada exhortó a los ciudadanos a denunciar a la prensa estos ejemplos de inseguridad. “Realmente no sé a dónde vamos a ir a parar ni qué vamos a hacer. Las personas tienen que denunciar a la prensa para que todo el mundo se entere, porque de esa manera no tendremos necesidad de volver a escuchar a un ministro hablando de ‘sensación de inseguridad’, como ya pasó. Pienso que si las víctimas dieran su versión de lo que les pasa a los medios, el gobierno o el Estado va a empezar a prestar atención sobre esta problemática y tomar cartas en el asunto”, concluyó.
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