Paysandú, Domingo 02 de Enero de 2011
Locales | 31 Dic Asegura convencido que una vez que se fue a vivir al campo nunca más pensó en volver. Es más, cada vez se siente más arraigado. Desde que levantó su casa en pueblo Gallinal, le garantizó a su esposa que sus vidas continuarían allí para siempre.
Gustavo Ospitaleche es un hombre que, a la inversa de lo que ocurre hoy, decidió vivir en el campo. Si bien llegó al pueblo por motivos netamente laborales, con orgullo sostiene que de ese lugar no lo mueve nadie.
Recientemente, durante la Fiesta de la Citricultura y por su dilatada trayectoria laboral, fue distinguido --junto a otros compañeros-- por la empresa Azucitrus y por el sindicato (Utria).
Tras recibir el merecido reconocimiento, Ospitaleche se animó a contarnos parte de la historia de un hombre de ciudad que por esas cosas de la vida decidió radicarse en el medio rural.
“Esto es increíble. Imaginate, si será importante este momento para mí, que estoy a un paso del retiro. Este año me jubilo y obtener este reconocimiento con 36 años en la empresa resulta significativamente emotivo. Fueron 36 años en la empresa --de los cuales 30 los hice en el interior rural-- y resulta algo fabuloso para mí y complejo de transmitir en simples palabras”, reflexionó.
Originalmente Ospitaleche trabajaba en el laboratorio de Azucarlito y cuando la producción de remolacha azucarera comenzó a decaer, le dijeron que la única posibilidad de seguir trabajando era radicándose en el interior departamental.
“Yo, recién casado, imaginate que no resultaba nada fácil, pero lo que hice fue decir que sí. Me vine para Gallinal y la verdad es que me fue muy bien”, añadió. Además, confesó que le gusta mucho el campo. “Por ese motivo no me resultó tan difícil enfrentar una nueva vida. Aparte, se generó dentro de una circunstancia muy particular en mi entorno familiar, ya que me volví a casar y me radiqué aquí. La verdad es que adoro el campo. Para mí no fue traumática la adaptación. Ahora pienso jubilarme, quedarme aquí y no moverme nunca más”.
Aseguró que laboralmente siempre le fue muy bien. “De comenzar como empleado, de peón, me fueron dando la oportunidad de progresar; pude ascender y llegar a ser encargado de parte de un establecimiento. La verdad que pude progresar muchísimo en este lugar y es por eso que no tengo motivos para regresar a la ciudad”, comentó.
Este trabajador de la naranja forma parte de las primeras cincuenta familias beneficiadas con el primer programa de viviendas de Mevir en pueblo Gallinal.
“Terminamos el pasado mes de octubre de pagar nuestras casas. O sea que en definitiva somos los fundadores del centro poblado. Porque cuando llegamos a estos campos no había nada. Pienso que ahora, como terminamos, vamos hacer una gran fiesta. Parecía mentira cuando comenzamos a levantar las primeras paredes, pero ya han pasado 20 años. Hasta nuestros hijos se han criado en este lugar, los que también tienen sus respectivas casas. Nacieron aquí y hoy están con sus propias viviendas. Por eso todo esto es muy fuerte para mí. Tengo mis tres hijos estudiando y trabajando, por eso quiero mucho a esta zona. Mi casa es una hermosa propiedad, estoy orgulloso de mis hijos y ahora está por venir un nieto. De aquí no me muevo nunca más”, insistió Ospitaleche.
“Viajo a la ciudad por obligación para hacer algún trámite y el poco tiempo que estoy en Paysandú no veo las horas de regresar. Adoro el arroyo, amo el monte y el campo para mí es todo.
Definitivamente quiero mucho todo esto porque lo fundamos nosotros, es nuestro lugar. Precisamente en este lugar donde estamos ahora nos sacamos una foto junto al resto de las 50 familias que construimos los cimientos de lo que es hoy pueblo Gallinal. Como este lugar no tenía nombre, resolvimos llamar ‘Gallinal’ a estos campos --en homenaje al creador de estos complejos de viviendas-- don Alberto Gallinal”.
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