Opinion | 04 Ene Además de una verdadera epidemia de accidentes de tránsito, los primeros días del año en nuestro país trajeron consigo un nuevo y trágico episodio de violencia doméstica que cobró la vida de una joven mujer y dejó en grave estado a un niño de tan solo dos años. El hecho se registró en el Cerrito de la Victoria de Montevideo, donde un hombre de 47 años, sobre quien pesaban varias denuncias por violencia doméstica, asesinó a su ex esposa de 35 y luego le disparó al niño y a una vecina que acertó pasar por el lugar. El asesino, ex efectivo de la Armada Nacional, se entregó voluntariamente a las autoridades y seguramente será procesado, pero nuevamente quedará la sensación de que el sistema poco pudo hacer para proteger a las víctimas de la violencia doméstica, quienes aun denunciando continúan expuestas, pagando con su vida las imperfecciones del sistema jurídico y esperando por reformas que no llegan.
Paysandú es permanentemente escenario de hechos de esta naturaleza y quizá uno de los casos que más conmovieron a la opinión pública en 2010 haya sido el de una mujer asesinada por su ex pareja en plena vía pública, en la zona este de la ciudad. Los años pasan, las estadísticas siguen engrosándose y las autoridades nacionales no reaccionan ante una realidad harto evidente, que amenaza a los sectores más vulnerables de la sociedad, cuyos componentes no obtienen respuestas de un sistema judicial que, carente de herramientas legales, solo puede emitir restricciones y esperar que la providencia ponga a salvo a los ciudadanos amenazados.
Nadie duda que la realidad es preocupante y que algo debe hacerse, pero las muertes y los ataques se incrementan y nadie impulsa las reformas necesarias para proteger eficazmente a los ciudadanos. Se destinan cuantiosos recursos económicos y humanos para salvaguardar bienes materiales, pero poco se hace para devolver la esperanza a quienes, indefensos, solo pueden rezar para que la violencia y la muerte, vestida de familiar o ex pareja, no golpee a su puerta.
Existe la Unidad Especializada en Violencia Doméstica, pero son necesarios juzgados especializados y un sistema aceitado que reaccione a tiempo, antes que la tragedia ya se haya desatado. No hay tiempo que perder.