Opinion | 31 Dic Antes de irse, el 2010 se llevó las ilusiones de muchos uruguayos que esperaban con esperanzas la Lotería de Fin de Año, mandando a Rentas Generales los alrededor de 3.700.000 dólares, porque el 00746 --vaya numerito-- había sido devuelto sin vender. También debemos considerar el anuncio de un nuevo aumento de combustibles y la difusión de una encuesta que muestra al presidente Mujica en un descenso de popularidad, situándose en el 48%, cuando supo contar con el 70% de imagen positiva.
El 2010, en realidad, ha sido un año complejo, extraño. Será inolvidable por el resurgimiento de la camiseta celeste a nivel internacional, pero también ha sido el año en que asumió un nuevo gobierno de izquierda, con mayoría parlamentaria propia, que empero no ha usado a fondo, pues queda en el aire la idea de que se habló mucho más de lo que efectivamente se hizo, aun cuando la oposición ha estado frecuentemente en la misma vereda que el gobierno.
Y ha sido especialmente el año en que los sindicatos se enfrentaron al gobierno de izquierda casi con ferocidad, lo que sorprendió claramente al Ejecutivo, convencido de que, por ser del mismo “palo”, no habría confrontación. Pues la hubo, y aun con mayor virulencia que anteriormente, quizás porque los sindicatos quisieron dejar en claro lo que al menos unos cuantos parecen creer, que son los dueños de la pelota y se juega con sus condiciones solamente. Por si fuera poco, el gobierno ha tenido más discusiones con integrantes o grupos de su propio partido que con la oposición.
A nivel departamental, el Partido Nacional recuperó la administración gracias al decidido apoyo del interior del departamento, y en estos pocos meses de gobierno también lo realizado tiene gusto a poco, pero en este caso la justificación es la carencia de un presupuesto propio. Más allá de eso, la administración se asigna un gran triunfo en caminería rural que de un 40% de cumplimiento pasó a más del 80% y se prevé que llegue a término antes del 31 de enero.
Llega en pocas horas el 2011, un año que trae desde “el vamos” muchas expectativas, en una sociedad que espera que las buenas intenciones y los grandes anuncios dejen el plano de proyectos y pasen al de las realizaciones. Es el año en que la sociedad uruguaya ratificará el leve repunte de esperanza a partir del sol de un solo color gracias a la selección de fútbol, o volverá a sumirse en la apatía y el pesimismo. La acción de los gobernantes a nivel nacional y departamental será clave.