Locales | 02 Ene No vamos a olvidarnos nunca de esa frase. Sobre todo porque sonó tipo mezcla de pedido... y orden, o por lo menos enérgicamente. La expresaba Dora Urruty Funes. O mejor, simplemente “Dorita”, como la conocen en Quebracho. Y ya nos contó que disponía de un funcional local de Cruz Roja, el cual había pensado en utilizar para “hacer algo” por un montón de gurises que andaban “a la deriva” y que, aún consciente de que su labor no sería la “panacea”, por lo menos iba a intentar ese “algo”.
A nuestra pregunta de qué era lo que precisaba concretamente, nos contó que “con un grupo de amigas que me acompañan -Rosita, Carmen, Estela- vamos a hacer funcionar los sábados un comedor para esa gurisada”. Y agregó: “A vos te pido que le des el otro alimento: el del espíritu”. Y nos atrapó. Con el aporte de la entonces Dirección del Interior -año 2003- que proporcionaba los pasajes, allá íbamos todos los sábados a hacer lo que sabemos: cantar con los gurises, más algunos conocimientos elementales de la guitarra.
Con disciplina artística y de comportamiento (Dorita se encargaba de poner orden en el grupo), surgió “Nido de amor”, coro de niños que tomó el nombre de la canción homónima del “musiquero del fogón” Carlos Vignolo, todo un himno de Quebracho. La actividad duró cuatro años, con actuaciones diversas en la villa y hasta en Paysandú capital: dos años en la Fiesta de la Prensa y en 2006 compartiendo canciones con “Metanoia” en la Iglesia Luterana.
Con Dorita éramos amigos desde mucho antes de esta experiencia. La recordamos, por ejemplo, como componente del notable equipo de damas que, con eficiencia y afectos, atendían a los cantores que concurrían a “aquellos” festivales “Cantando al calor del fogón” de fines de los años 70 y en los años 80. También sabíamos de su acción humanitaria y comunitaria como partera, enfermera y demás.
Es por eso que, ese Premio “Orgullo Sanducero” que se le otorgó a Dorita, vaya si lo consideramos justiciero. Ella sabe lo que nos sucedió, razón por la cual no pudimos acompañarla. Pero valgan estas líneas, tipo evocación, adhesión...y emoción. José María Brunini