Locales | 02 Ene Cuando toda la ciudad festeja, en toda su extensión se celebra. En muchos casos, en los hogares, donde se reúne la familia, los amigos en torno a una parrilla, con las delicias que preparan las damas mientras los hombres transpiran junto al fuego.
Pero también --especialmente en verano-- desde hace unos años los espacios públicos son punto de concentración de barras de amigos que con conservadoras y utilizando los equipos de audio de sus vehículos, disfrutan como en casa.
La noche en que 2010 se transformó en 2011 no fue la excepción y si bien el centro de la ciudad estaba desierto, excepto por quienes disfrutaban de la especial noche en sus casas y apartamentos, la costanera era el punto de mayor atracción, tanto playa Park como el Balneario Municipal y más al norte.
Entre brindis, risas, cantos, bailes, los sanduceros convirtieron una vez más a su ciudad en un gran salón de fiestas. Una buena forma de recibir el nuevo año, con las personas que importan, recordando a los que no estaban y mirando corretear a los pequeños que mañana pondrán las reglas.
Paysandú, más allá de accidentes e incidentes, disfrutó la llegada del nuevo año, hizo suyo el espectáculo de fuegos artificiales de medianoche y extendió la charla y los brindis hasta más allá del amanecer. Hizo el asado con la luna y el último brindis con el sol. Y tras un primer fin de semana del año a todo descanso, mañana volverá a su actividad diaria, a continuar haciendo camino al andar, para justificar en apenas 365 días otra celebración en el mayor salón de fiestas de la ciudad: la ciudad misma.