Paysandú, Domingo 09 de Enero de 2011
Locales | 04 Ene En Paysandú, desde los primeros días de diciembre del ‛64 hasta su caída el 2 de enero del ‛65 se escribió una página de la historia que nos habla de un nuevo capítulo de la solidaridad americana, ante la agresión de las fuerzas de Venancio Flores, que era apoyado por porteños, y fuerzas imperiales de Brasil.
Desde 1860 el país contaba con un gobierno constitucional, electo por absoluta mayoría de la Asamblea General y que concitaba, sin distinción de matices políticos, conformidad y adhesión.
El presidente Berro adoptó una serie de medidas para elevar la economía del país y asegurar la independencia nacional, en un rumbo que ayudaba a crear condiciones favorables para un avance de las fuerzas productivas.
El diario El Comercio del Plata comentaba: “Una prueba palpitante de la confianza que empieza a inspirar a las naciones europeas el estado del país ha sido el arribo a nuestras playas de 1200 inmigrantes que han venido en buques franceses, españoles e italianos fondeados en un solo día en nuestro puerto”.
Estos éxitos estorbaban los planes de las clases dominantes de Argentina y Brasil y la agresión a Paysandú fue la culminación de la agresión a la República Oriental del Uruguay.
La ciudad sufrió grandes estragos. A pesar de ello sus defensores resistieron con energía, no se dieron reposo y “ no se dieron por vencidos, ni aún vencidos”.
El comandante de la cañonera francesa Decidé, una de las tantas naves ancladas frente a las costas sanduceras, considerando que era inútil la resistencia, al tercer día del sitio ofreció su mediación a Leandro Gómez para la entrega de la plaza sitiada.
La respuesta fue contundente: Gómez llamó a los principales jefes que lo acompañaban, clavó en el suelo el asta que sostenía el pabellón nacional, y al unísono todos desenvainaron sus espadas cruzándolas sobre la bandera y en esta posición juraron vencer o sepultarse bajo los escombros.
El militar francés “estrechó en silencio la mano de los valientes. Conmovido profundamente no pudo articular palabra, pero las lágrimas que corrían sobre sus mejillas atestiguaban su emoción” (1).
El 25 de agosto de ese mismo año, Leandro Gómez había dicho: “Debemos jurar en presencia de Dios y a la vista de nuestra patria amenazada, morir mil veces luchando contra extranjeros y traidores, sin mirar el número, antes de consentir que la libertad del pueblo oriental y su independencia sean pisoteadas”.
De arraigadas convicciones artiguistas, había adquirido la espada que la provincia de Córdoba le regalara a Artigas en 1815, y generosamente la ofreció al Gobierno de la República acompañándola de una nota diciendo: “fue el terror de los enemigos de la independencia y de la soberanía”….”todos los hijos de esta tierra deben sentir por él la más profunda gratitud y veneración”.
Recordemos que en 1856, con motivo de la inhumación de los restos de Artigas en el Cementerio Central, fue el primero en iniciar en el diario “La República” de aquella época, la publicación de una serie de artículos sobre la personalidad y obra del Prócer de los Pueblos Libres.
Relata Orlando Ribero (2 que el 31 de diciembre del ‛64 “había que permanecer sentados o echados en el suelo, a menos de un metro de altura, las balas barrían con todo, por sobre los restos de pared. Son muchos los que caen. Pero los que quedan no desfallecen. Y los vivas a Artigas se suceden: “¡Seremos tus dignos compatriotas, heroico Jefe de los Orientales!”
La gesta de Paysandú unió detrás de estos ideales a patriotas sin distinción de divisas, pero también tuvo una dimensión regional, más allá de fronteras. Como también la tuvo la gesta artiguista en Purificación 45 años antes.
La mayoría de los defensores no eran soldados profesionales sino voluntarios, vecinos de la ciudad. Pero también los había de tierras vecinas.
Según el historiador Oscar Tavani Pérez Colman de Paraná: “Debemos resaltar que en la ciudad sitiada de Paysandú, al lado de los orientales defensores de la independencia nacional de su patria, lucharon en forma denodada aproximadamente dos centenas de entrerrianos que, plenos de conciencia política y de sentido americano, se unieron a las fuerzas del valiente Coronel Leandro Gómez, debiendo destacarse que sucedía a éste en el mando de las tropas defensoras el Coronel Lucas Píriz, hijo ilustre de la provincia de Entre Ríos”. (3)
El entrerriano tenía una dignidad y un coraje, que no han sido suficientemente resaltados. En una carta decía: “Autorizo al general Leandro Gómez a pegarme un tiro en el caso que me vea aflojar”. Una bala lo hiere gravemente en el abdomen, al filo de las cinco de la tarde del 31 de diciembre del ‛64 y muere en el penúltimo día de la Defensa.. Rafael Hernández, es otro ejemplo de quienes vinieron a pelear a Paysandú desde la vecina orilla. Hermano de José Hernández, el creador de Martín Fierro, (quien no pudo cruzar el río y se quedó observando los hechos desde la isla Caridad), resultó herido en una pantorrilla, pero cuando cayó la plaza pudo escapar del exterminio disfrazado de vasco lechero. No fue la misma actitud la que tuvo Urquiza. Leandro Gómez le escribió una carta del 31 de agosto de 1865, expresándole la profunda y cruel indignación que le producían las intimidaciones que le hacía el Jefe de la escuadrilla del Brasil que operaba en el Río Uruguay. “En esta disyuntiva mi querido amigo, esté seguro V.E. que no he de ceder una línea que me obligue a faltar a mis deberes de soldado y de hombre de honor. Tengo en Paysandú Sr. Capitán Gral 800 hombres y con ellos pienso sepultarme en las ruinas de esta ciudad antes de ver deshonrado el Pabellón de esta pobre Patria”. “Pelearé Señor Capitán General, hasta morir contra el poder Brasilero unido al de Flores”.“Molesto a V.E. sobre este asunto tan vital para el pueblo Oriental porque sé que V.E. no ha de mirar impasible que el pueblo Oriental pierda su Libertad y su Independencia: por que sé Sr. Capitán General que si hay algunos malos argentinos que animados del partido llevan su ceguedad al extremo de desear nuestra ruina, el pueblo Entreriano a cuyo frente indudablemente está V.E. no ha de mirar impasible que sus hermanos los Orientales, luchen solos y a muerte con los soldados esclavos de un Imperio que pretende sojuzgarnos. Ambicioso el Gobierno Brasilero por excelencia aspira no solamente al dominio del Río de la Plata sino hasta del Paraná. Hoy sucumbirá el pueblo Oriental y mañana una lucha sangrienta del pueblo Argentino hará correr la sangre de sus hijos a torrentes, lo que no sucedería así si el pueblo Argentino y el Oriental se reúnen como debe ser y por ello es preciso olvidar las pasiones de partido”. (4)
El historiador brasileño Pandiá Calógeras describe en duras palabras la actitud de Urquiza, que se desentiende de
Paysandú y deja en la patriada solos a entrerrianos, orientales y federales argentinos. Urquiza
“estaba en otra”, y la “actitud decidida” que había tomado, era la venta de 30.000 caballos al Gral. Osorio que estaba al frente de las fuerzas del imperio. El precio logrado fue “generoso”: un total de 390.000 patacones.(5)
Otros defensores eran de origen brasileño como el bravo Azambuya, quien a la una de la tarde del primero de enero del ‛65 cae muerto de un balazo. A esa hora la guarnición ya se había reducido a la mitad, pero aún se peleaba, puerta a puerta y de ventana a ventana. Ante esa confluencia de patriotas, Washington Lockart escribió: “En Paysandú, también del lado de adentro de las trincheras había una Triple Alianza” (6)
Aquel hecho histórico, como otros muchos que se desarrollaron a lo largo y ancho del Río Uruguay, siempre tuvieron una dimensión que fue más allá de lo local y en los cuales se encontraron los pueblos unidos en solidaridad. Ejemplos que siempre deberíamos tener presentes en nuestra memoria para que nos ayuden a enfrentar los retos del presente. Arq. Rubens Stagno Oberti
(1) “La Defensa de Paysandú”- Francisco R. Pintos. (2) “Relatos de Paysandú”- Orlando Ribero (3) “El sitio de Paysandú desde El Paraná” - Oscar Tavani Pérez Colman (4) Fragmentos tomados del original existente en el archivo del Palacio San José, Museo y Monumento Nacional “Justo José de Urquiza” en Estación Caseros, Provincia de Entre Ríos. (5) Tomado del boletín digital “Agenda de reflexión: No.681 - La batalla por los caballos” (6) “Leandro Gómez: la defensa de la Lucas Píriz. soberanía” -Washington Lockhart.
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