Opinion | 08 Ene De acuerdo a datos divulgados por el Instituto Nacional de Estadística, la tasa de desempleo en nuestro país en el mes de noviembre llegó al 6,1 por ciento, es decir una décima porcentual menos de lo que había acusado octubre, por lo que se considera que es la más baja del año recientemente finalizado y también el menor guarismo desde la dictadura, lo que es un elemento estadístico muy significativo respecto a la evolución socioeconómica.
Señala el instituto que además de crecer el empleo también hubo un aumento en la cantidad de personas que buscan trabajo, con evoluciones similares entre Montevideo e Interior, e incluso en el caso de las áreas rurales también se ha observado una caída alentadora en este índice.
En el caso de Paysandú se indica que nuestro departamento está cuarto entre los que tienen mayor desempleo en el Uruguay, lo que no nos ubica por cierto en un lugar de privilegio ni mucho menos, teniendo en cuenta que siempre se ha considerado a Paysandú como un departamento con alta incidencia de establecimientos industriales como demandantes de mano de obra, entre otras fuentes de empleo.
Nadie puede ignorar a esta altura que nuestras industrias ya no son las de antes, y que a la vez en esta coyuntura se está en una etapa difícil, con problemas en los mercados internacionales, por una serie de factores entre los cuales también influye sin dudas que la relación cambiaria favorece las importaciones y ha encarecido nuestros productos en el exterior.
Es decir que en un contexto general de mejora del nivel de empleo a Paysandú no le va muy bien, y este es un aspecto a tener en cuenta por autoridades departamentales y nacionales, desde que como es notorio el que marca la política económica es el gobierno nacional, y a lo sumo el gobierno departamental, los legisladores y fuerzas vivas lo que pueden y deben hacer es tratar de que se adopten medidas que contemplen específicamente el escenario departamental y contribuir, dentro de sus limitaciones, a generar condiciones para la inversión.
Por otro lado, y esta sí es una apreciación para todo el país, la mejora de la cantidad de empleo debe ir acompañada de la mejora de la calidad, es decir de condiciones de trabajo e ingresos, desde que marcadamente en nuestro país estamos ante funcionarios públicos con condiciones de privilegio frente a los privados, que siguen enfrentados al riesgo de perder sus fuentes de trabajo y no gozan de la inamovilidad a rajatabla, además de que se termine no descontando los días de paro, como ocurre en el sector estatal.