Paysandú, Miércoles 12 de Enero de 2011
Opinion | 12 Ene La palabra sindicato es, según el término griego del que proviene, quien defiende a alguien en un juicio, un protector. Desde que fueron reconocidos en 1824 en Inglaterra, extendiéndose paulatinamente a la mayor parte del mundo, han defendido y promovido los derechos sociales, económicos y profesionales relacionados con su actividad laboral frente a la parte empresarial.
Hay innumerables ejemplos de las conquistas obtenidas tanto por los sindicatos de ramo, de oficio como de empresa. También las centrales de trabajadores han logrado mejoras tanto en el ambiente laboral como en la participación de los trabajadores del total del producido económico, elevando su nivel de vida.
En Uruguay, el sistema sindical es aún fuerte, especialmente en aquellas áreas de alto empleo, y el reciente caso de la fuerza de lucha de AEBU es un ejemplo, pero --en general-- no está liderado por personas que hayan recibido capacitación específica --terciaria-- en actividad sindical, sino por esforzados trabajadores, con alto apego social, que trabajan lo mejor que pueden en beneficio de sus compañeros.
En estos días, trabajadores de Paycueros fueron despedidos en lo que en primera instancia se entendió una violación de un acuerdo suscripto entre la empresa, los trabajadores y el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, con asistencia del Pit Cnt. No obstante, una lectura del convenio deja en claro -como quedó claro para todas las autoridades que intentaron mediar y luego desistieron- que los despidos estaban previstos en el acuerdo, firmado por los representantes del sindicato (que contaron con asistencia legal) y el Pit Cnt. Los catorce participantes estamparon sus firmas. Y luego, se intentó la protesta, desconociendo el propio acuerdo firmado, aunque éste claramente no beneficiaba a los trabajadores.
Esto lleva una vez más a exponer la necesidad de profesionalizar la dirigencia sindical, tarea que en Uruguay trata de realizar el Instituto Cuesta Duarte, pero que carece de rango terciario. Muchas veces los sindicalistas uruguayos luchan con un tenedor, sin la debida capacitación, por lo que se hace imprescindible que la defensa de los derechos de los trabajadores sea profesionalizada cuanto antes. Esto no solo redundará en beneficio de los trabajadores sino también de la sociedad toda, que podrá dejar de ser rehén de conflictos apresuradamente decididos, sin el debido asesoramiento ni conocimiento de la dirigencia. Con la buena voluntad no alcanza, el mundo de hoy exige profesionalismo.
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