Paysandú, Lunes 17 de Enero de 2011
Opinion | 17 Ene Aunque no fumaron la pipa de la paz, ni salió humo blanco, los Intendentes de todo el país acordaron un alto al fuego en la guerra de las patentes, a estas alturas ya un hecho folclórico en nuestro país, pues desde hace años se viene discutiendo la conveniencia de una patente única nacional, en sustitución de la departamental, como única solución a una muy curiosa guerra, muy uruguaya.
La cuestión es que el tributo de patente de rodados es uno de los principales recursos de recaudación directa que tienen las Intendencias. Así las cosas, a mayor cantidad de patentes de rodados, mayor el ingreso a las arcas municipales. Podría pensarse así, con lógica, que Paysandú vive una época de bonanza en ese sentido, pues tiene alrededor de 65.000 vehículos en todo el departamento, más allá que la mayoría sean motos, que por tanto pagan menos.
Ahora bien, determinados departamentos, especialmente Flores y Colonia, vieron en la captura de vehículos de no residentes una fuente de recursos, por lo que comenzaron a ofrecer interesantes descuentos comparativos que hizo que paulatinamente algunos miles de vehículos de no residentes, tengan sus automóviles empadronados en esos u otros departamentos.
Cuando la maniobra se descubrió de inmediato surgió la idea de una patente única nacional, y es una buena idea. Choca con el hecho de que por tratarse de uno de los ingresos principales para las Intendencias, estas están renuentes a perder el control departamental, con el sólo objetivo de que un diez o quince por ciento de los vehículos cuyos propietarios residen en el departamento empadronan en aquellos más baratos.
La calma chicha de hoy presagia tormenta, no otra cosa. La patente única nacional en un territorio tan pequeño como el nuestro es algo razonable, pero de todas maneras el tema tiene complejidades. El costo de la patente en Montevideo es superior al del interior del país. Y en el interior hay diferencias también. Entonces, ¿una patente única con qué escala de precios? La de Montevideo elevaría el costo para el resto del país. El promedio del interior reduciría la de la capital.
El viejo tema de uruguayos de primera y segunda planea sobre la guerra de patentes. Sin dudas, la solución más clara sería poner como costo del tributo la media nacional. Las protestas continuarían, por uruguayos y porque el bolsillo más flaco siempre duele. Pero es tiempo de terminar con esta guerra que en otros países promovería pícaras sonrisas.
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