HÉCTOR LEYES

Locales | 14 Ene No muy convencido de ser entrevistado, fue hilando palabra tras palabra. Admitió que la memoria podía jugarle una mala pasada, pero Héctor Leyes (77) aceptó relatar parte de su vida. Casado con Nélida Ceballos, es padre de seis hijos, de los que sobreviven cinco.
Desde joven se dedicó al trabajo en la chacra, la esquila, la agricultura y el baño de ganado.
“Nací en la misma casa que vivo actualmente, sobre la entrada del pueblo. De gurí hasta ahora las cosas han cambiado bastante”, narró Leyes, quien reconoce que Ceballos lentamente fue despoblándose, ya que muchos vecinos se marcharon buscando nuevos horizontes.
Concurrió a la Escuela 28 de Barra de Gualeguay, en tiempos en que se cursaba hasta tercer año. “Luego del fallecimiento de mi padre, mi madre enfermó y me llevaron a la granja Artigas. A mi regreso al pueblo y a los 14 años salí a trabajar en las estancias. Siempre fueron trabajos en establecimientos de la zona, en lo de Blanc, Culñev y Zeni. Siempre en tareas vinculadas al campo, en cosechas, zafras de esquila y otras actividades afines. Al tiempo de trabajar en la zona, mi señora tuvo familia y me fui a buscar mejor destino a un puesto de estancia para el lado del departamento de Salto en la Cuchilla del Dayman. Recuerdo que ahí estuve nueve años, era una fuerte oferta laboral y mi hermano era el capataz de la estancia”, relató.
Posteriormente se fracturó un brazo en un accidente automovilístico, lo que lo alejó de las tareas rurales por mucho tiempo. Hoy su vida se circunscribe a atender una pequeña quinta y a la cría de algunas ovejas. Don Héctor asegura que su casa está igual a como su padre se la entregó y sostiene que se siente una persona querida en el pueblo.
“Los gurises me respetan mucho, aunque se han marchado unos cuantos del lugar. En cuanto a la realidad laboral de la zona, existen algunas posibilidades de trabajo como alambradores, también en algunos establecimientos en baños de ovejas y otras tareas en estancias cercanos”, comenta. Seguramente, y al igual que en otros pueblos del interior profundo, aún existen vecinos como don Héctor Leyes, que insisten en quedarse aferrados a su pago, creyendo en la tierra que los vio nacer y esperando por un futuro mejor.