Paysandú, Jueves 20 de Enero de 2011
Opinion | 13 Ene Rebrotes inflacionarios registrados a lo largo del año, con marcada incidencia en el rubro vivienda y alimentos, han dado lugar a que desde el Ministerio de Economía y Finanzas y otras dependencias del Poder Ejecutivo se siga con atención el tema, con miras a generar medidas que permitan atacar este fenómeno multicausal, aunque siempre con algún factor determinado que obra como detonante.
Actualmente el Banco Central (BCU) sigue con preocupación el escenario macroeconómico que presentará previsiblemente mayores amenazas inflacionarias vinculadas a la fuerte demanda doméstica, la mayor inflación externa y la falta de trabajadores en determinadas áreas, según se informa desde esferas gubernamentales.
En el Informe de Política Monetaria del cuarto trimestre de 2010 --divulgado el martes-- el BCU afirmó que “en la coyuntura previsible de sequía para los próximos meses, el componente de frutas y verduras del IPC (Índice de Precios al Consumo) podría presionar los precios en el corto plazo”, y además advirtió sobre los acuerdos salariales que mantienen ajustes semestrales y en algunos sectores por encima de la inflación.
“Por todo lo anterior, el Banco Central se mantendrá atento, monitoreando en forma permanente la evolución de la inflación y las expectativas, así como el impacto de las estrategias que se coordinen con el Poder Ejecutivo”, agregó.
Precisamente para combatir la regeneración inflacionaria , el Poder Ejecutivo decidió que Ancap postergara por meses el ajuste en el precio de los combustibles, al punto que las autoridades del ente incluso se quejaran de que la autorización del incremento del 6,5 por ciento resuelto hace pocos días no alcanza para cubrir las pérdidas del período, por lo que seguramente no pasará mucho tiempo, de continuar la tendencia alcista de los precios del petróleo, antes de que el ente monopólico resuelva modificar nuevamente sus precios.
En este análisis, además, la autoridad monetaria advirtió el efecto negativo que tuvo la compra de dólares que realizó el año pasado (por US$ 1.185,62 millones, las más altas en al menos once años) con la que volcó pesos al mercado que debió sacar (esterilizar en la jerga monetaria) mediante emisión de deuda (Letras de Regulación Monetaria). “Esas operaciones afectaron negativamente el resultado financiero del BCU, dada las disímiles rentabilidades que tienen asociados los activos de reserva en comparación con títulos emitidos por el Banco”, indicó.
Tras estas decisiones de política monetaria, siempre discutibles como instrumento idóneo si tenemos en cuenta la ecuación costo-beneficio, el BCU identificó varias presiones inflacionarias que “sigue con preocupación”, entre ellas el hecho de que “se consolidó en el último trimestre la tonificación de los precios internacionales de productos relevantes para la economía doméstica (los commodities de origen agropecuario), sumado a las presiones inflacionarias medidas en dólares de nuestros socios regionales, todo lo que vuelve a encender la alerta acerca de su impacto doméstico en tanto la inflación externa relevante de la economía se presume elevada para 2011”.
Agregó que hasta mayo del año pasado “su impacto se había mitigado por la debilidad relativa del dólar en el mercado doméstico, pero se revirtió en buena medida a partir de entonces, dadas las medidas anunciadas por el Ministerio de Economía relativas al valor de la divisa”.
Como elemento no menos significativo, debemos tener presente que la demanda interna doméstica también es un factor de presión sobre los precios al consumo, que se atribuye en el Poder Ejecutivo a mejoras en los ingresos reales producto de acuerdos salariales, en los que el gobierno “impulsó ciertas pautas consistentes con la reducción inflacionaria” como acuerdos basados en productividad y ajustes anuales en vez de semestrales”, según el Banco Central, pero igualmente “la mayor parte de los sectores que tenían ajustes semestrales se han mantenido con esa frecuencia y varios sectores han acordado incrementos por encima de la inflación que no están atados a incrementos de productividad”.
Y a la vez, en el período julio-setiembre “por primera vez en varios trimestres el gasto --particularmente en consumo-- exhibe tasas de crecimiento mayores a las del Producto (el gasto aumentó 9,5% comparado con igual trimestre de 2009 y el PIB lo hizo 7,9%)”, con su consecuente impacto inflacionario sobre todo por las presiones de demanda sobre un nivel de producto al límite de su capacidad potencial. A este esquema debe agregarse un Estado que gasta por encima de toda prudencia, al punto que ha incluido en el Presupuesto como egresos toda la recaudación adicional que se genera por efectos de la coyuntura internacional favorable, por lo que hay muchas causas coadyuvantes para que se dé este escenario, y su identificación por lo menos debería permitir trabajar con cierta antelación, antes que las cosas pasen a mayores, en combatir los elementos distorsionantes que todo indica se estarán potenciando ya en este 2011.
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