Paysandú, Jueves 20 de Enero de 2011
Locales | 14 Ene Un grupo de adolescentes de Guichón participa en el taller municipal de guitarra, bajo la dirección del profesor Abayubá Rodríguez. Se trata de una extraordinaria experiencia, donde los jóvenes brindan conciertos, animan reuniones familiares e intercambian experiencias.
Abayubá Rodríguez dijo a EL TELEGRAFO que “ésta es una experiencia que comenzó hace casi cuatro años. Yo soy un músico de la escuela clásica entre comillas, concertista de guitarra y veía que tenía algunas falencias para tocar música popular. Por eso inventé algo rápido con algunas técnicas para poder ejecutar otro tipo de melodías y lo estoy probando con los chiquilines, y con resultados que están a la vista”.
En cuanto al proceso de aprendizaje, Rodríguez explicó que “hay que tener en cuenta que para estudiar un instrumento cuatro años no es nada, pero hay que ver el espectáculo que brindaron los alumnos. En 2010 pasaron por la escuela de música 45 alumnos desde 7 años hasta adultos mayores, y ello no es un hecho menor. Es importante porque son los propios chiquilines que te piden aprender sobre determinada base o cierto estilo musical, pero todo lleva un proceso. Además, es importante destacar que para una ciudad tan chica con tan pocos habitantes, la cantidad de alumnos que concurren a la escuela es bastante interesante”.
“El taller generó gran demanda porque los mismos alumnos que comenzaron hace ya cuatro años cambiaron sus instrumentos, porque se dieron cuenta de que necesitaban otras posibilidades con guitarras más profesionales. Eso genera un significativo movimiento, porque hasta los comercios tienen posibilidad de vender otros artículos, como en este caso los instrumentos musicales”, reflexionó.
“Si bien los talleres son exclusivamente para aprender a tocar guitarra, en ciertas ocasiones, cuando los chicos participan de algún concierto o encuentro social, invitamos a otros músicos --percusionistas y bajistas-- a quienes le entregamos los arreglos para que los estudien en tiempo y forma y así poder acompañarnos”.
De acuerdo al significativo avance que han demostrado sus alumnos, Rodríguez estima que en un par de años lograrán una interesante madurez musical, y “hoy por hoy pueden tocar en cualquier escenario sin ningún tipo de inconvenientes, porque ellos tocan desde Beethoven hasta una polca. Si bien hemos participado en varios conciertos en Guichón, es una lástima que no hemos podido salir, aunque la Intendencia nos ha apoyado muchísimo y nos ha abierto las puertas”.
Rodríguez recordó que “hace seis años que estoy en Guichón, pero el resto de mi vida he estado en ciudades grandes tocando y estudiando, y nunca pensé que podía llegar a estos niveles con adolescentes y jóvenes de este lugar. El disparador de todo esto fue un concierto en el cual los muchachos se dieron cuenta que la guitarra no es solamente la milonga campera y que hay otro mundo. Ahí empezaron a apoyar los padres y así se le fue dando forma a todo esto”.
Los estudiantes del taller de guitarra han participado en conciertos en el cine teatro de Guichón y en zonas alejadas a la ciudad, pero la idea del profesor es mostrarlos en otro lado. “Porque tal vez el público cuando los ve tocar no se da cuenta que ya hay un pequeño proceso de tres años que es apenas una muestra del rendimiento que pueden llegar a dar estos chicos a futuro”.
Es gratificante ver el intercambio que se genera entre los alumnos, porque a veces un compañero le presta su instrumento a otro para alcanzar el objetivo.
“Yo los exijo musicalmente y psicológicamente, porque hay que estar preparados. Porque en estos lugares donde no hay nada para hacer, te pasas casi 24 horas por día en un ciber. No solo pasa por enseñar a tocar un instrumento, sino que se trata de un sistema sociocultural. Definitivamente lo que condiciona al joven y adolescente en estos conglomerados es la falta de posibilidades. Porque después lo primero que dicen es que los jóvenes ‘tal o cual cosa’. Por eso hay que apoyar estos movimientos culturales. También he tenido otras experiencias en el área de informática a través de clases en el Mides y me he dado cuenta de que hay mucha gente que necesita ciertos estímulos para transformar sus sueños en realidad.La música estimula otros aspectos de nuestra vida cotidiana y los efectos son múltiples. En el liceo, en el entorno familiar o con sus amigos. Hay que ver cómo contagian a otros que se sienten seducidos a acercarse a estas posibilidades de estudio alternativas, como lo es aprender a tocar un instrumento musical. Crear una competencia sana entre ellos permite corregir errores para lograr así nuevos objetivos”, concluyó.
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