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Paysandú, Viernes 21 de Enero de 2011

Pablo Ozer Ami, un artista de la fotografía

Locales | 20 Ene La noticia en la página de Policiales dirá que un hombre de 39 años falleció como consecuencia de un choque frontal entre la camioneta que conducía y un camión, en Ruta 3, sesenta kilómetros al sur de Young. Dirá que el hombre murió en el lugar en tanto su esposa y la pequeña hija de ambos luchan por sus vidas. Dirá que fue antes de las 7 de la mañana, cuando despuntaba el sol, cuando se desperezaba el día.
Dirá y será cierto. Pero no será toda la verdad. Porque quien encontró la muerte de manera tan abrupta como sorpresiva fue Pablo Marcelo Ozer Ami Giménez, nacido el 5 de mayo de 1971, fotógrafo profesional y foto reportero, ampliamente vinculado a toda la sociedad sanducera, cuyo deceso causó sincera y profunda congoja en una sociedad que temprano en la mañana se pellizcaba esperando que tan solo se tratara de un mal sueño.
Pablo siguió desde joven los pasos de su padre, el recordado fotógrafo Abel Ozer Ami, con quien aprendió los secretos de la profesión desde aquellos tiempos en que las fotografías para prensa eran reveladas por los propios fotógrafos en sus laboratorios para blanco y negro.
Y, acompasando sus estudios, se colgó una cámara de fotos y junto a los periodistas de EL TELEGRAFO, ayudando a su padre, cubrió diversidad de acontecimientos, muchos de ellos deportivos, demostrando desde entonces, gran talento. Al mismo tiempo, cumplía tareas como ayudante en fiestas y fotos empresariales para el estudio de su padre, “Abel fotos”. El 20 de setiembre de 1996, tras cubrir el comienzo de la cabalgata a la Meseta de Artigas, como parte del anual Encuentro con el Patriarca, falleció Abel, en Ruta 3, próximo a avenida Wilson Ferreira Aldunate.
Ese hecho, además de marcar su vida personal, fue un antes y un después. Con coraje, suplantó a su padre en EL TELEGRAFO y en la conducción del estudio fotográfico. Fueron años muy productivos, tanto artística como profesionalmente, desde que a partir del 2002, coincidente con la crisis bancaria en Uruguay, se registró una explosión en la demanda de fotografías para fiestas de cumpleaños y casamientos.
En el 2000 ganó un premio Pluma de Plata, que entregaba el Círculo de la Prensa de Paysandú, por su foto “Quietud del río” publicada el 28 de abril en Quinto Día. Eran ya sus últimos meses en EL TELEGRAFO. Posteriormente fue contratado por el diario Página Abierta. En 2001 obtuvo dos nominaciones al mismo premio, por “Tragedia en Ruta 26” y “Hasta el otro carnaval”, publicadas en Página Abierta el 2 y 28 de febrero de ese año.
Poco a poco comenzó a cimentar su propio estudio fotográfico “Pablo Ozer Ami”. Con tesón, pero especialmente con su talento y su don de gente, fue encontrando un espacio para desarrollar su labor profesional, siendo convocado para cientos de fiestas de casamiento y cumpleaños, así como otras instancias sociales y empresariales.
La calidad de sus trabajos y la seriedad con que encaraba su profesión, en constante evolución, le valió el reconocimiento no solo en Paysandú sino en el Uruguay e incluso fuera de fronteras. “Pablo Ozer Ami” se convirtió así en su sello personal. Llevaba con orgullo un apellido que al mismo tiempo lo ponía ante el gran desafío de tener como progenitor a uno de los mejores fotógrafos de Paysandú. Supo cumplir. Logró desarrollar un estilo propio y particular, con un cuidado uso de la luz y un encuadre que siempre encontraba el mejor perfil, la mejor sonrisa, la mirada más luminosa.
Siguió haciendo fotos de prensa, como el foto reportaje “Bertil Bentos Guichón” cuando asumió el Intendente de Paysandú en 2010. Antes, había presentado alguna exposición en la que unió lo mundano con fotos artísticas, como la de setiembre de 2004. “Pone en evidencia su oficio de cronista gráfico, pero al seleccionar su material subraya aquello en que predomina el ángulo estético, aún en las parejas de novios en típicos lugares sanduceros como la Exposición Feria, donde el entorno es un complemento sustancioso del todo”, escribió entonces José A. García Dantaz.
En los últimos años había repartido su tiempo entre la fotografía y otro trabajo, pero finalmente la fotografía pudo más y volvió a dedicarse de tiempo completo. Tenía tan solo 39 años cuando ayer nomás, camino a algunos días de descanso, la artera disfrazada de fatalidad terminó con su vida.
Y ¿qué más? ¿Qué decir ante la prepotencia de la muerte? ¿Qué queda? En el caso de Pablo, muchas cosas y no solamente sus fotografías, que decenas de personas volvieron a publicar ayer en Facebook, en su homenaje. Más incluso que de la gran cantidad de mensajes que inundaron su página de esa red social, en póstumo adiós.
Quedan anécdotas, conversaciones, bromas, picardías, coberturas compartidas, en ese tandem periodista-foto periodista. Queda una vida dedicada a una profesión que le fue legada por su progenitor. Queda una trayectoria limpia.
La vida, esa cosa que tantas veces creemos comprada y que es apenas un débil hilo, también puede decirse que es como un clic, como un flash. Recoge un momento, un solo instante, pero queda para siempre, más allá de la vida personal. Porque ese click, ese flash, adquiere vida propia, que se pasa de generación en generación. Puede ser la foto de la abuela, el cumple de la hija, o la fiesta de fin de año.
O puede ser, como en el caso de Pablo Ozer Ami, una historia personal contada en miles de fotos de otras personas. Porque en cada una de ellas, casamientos, cumpleaños, retratos, empresariales, hay algo de este fotógrafo singular, de este amigo, de este sanducero querido y apreciado por todos.
Nadie sabía, él tampoco, que la tragedia lo esperaba en la ruta. Pero vivió en armonía con todos. Vivo queda en la muerte. No es solo un consuelo. Es un orgullo. Haya paz en su tumba. Enrique Julio Sánchez


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