Paysandú, Domingo 23 de Enero de 2011
Locales | 21 Ene Mezcla de “músico de boliche” con juglar de la canción. Su inspiración lo llevó a recorrer un extenso camino, cargado de armonías que supieron conquistar al público guichonense.
Adolfo Ariel Peralta (63), padre de una hija y abuelo de dos nietos; es zapatero y asegura que lo mejor todavía no le pasó, aunque goza de una muy buena relación con su público.
La década del 70 recién despuntaba cuando Peralta, criado en el campo, en la zona de Chamburí (a tres leguas de Guichón), comenzó a sentir especial predilección por la música folclórica, aunque también escuchaba al Cuarteto Imperial y la música beat que por ese entonces sonaba tanto en los hogares como en locales bailables.
“Al tiempo mi viejo me regaló una guitarra. Se trataba de una que él mismo había construido. Fue así que comencé hacer las primeras notas, y mi hermana --dos años mayor que yo-- iba escuchando y con un poco mejor oído me fue guiando. Recuerdo que la primera canción que hice fue la Isla de Capri, recreada en forma instrumental. La fui sacando en una sola cuerda. Fue una cosa que me gustó y algo que salió medio de casualidad. En mi familia no hay antecedentes de músicos, aunque soy primo de José María Rivero, hijo de una hermana de mi madre. Fue él quien me enseñó a afinar la guitarra y a sacar los primeros tonos. Con esos ‘piques’ fue que empecé a aprender. De una revista que traía una especie de cifrado, copiaba los tonos y luego también comencé a sacar los punteos también de oído”.
La primera vez que enfrentó al público fue durante unas peñas que se celebraron en un lugar donde ahora funciona una veterinaria, frente a la plaza. “Era una especie de confitería de nombre ‘El Grillo’. Debuté junto a mi primo en una de aquellas peñas bailables que se hacían todos los miércoles. Recuerdo que tocamos folclore con unos nervios impresionantes. Después integré el grupo ‘Macabros’ junto a Germán Niell, un muy buen baterista, conocido en toda la zona. También estaba Wilmer Etcheveste y su hermano, y en el piano estaba Lucas Guichón. Hacíamos música beat. Fue mi debut integrando una orquesta y yo no veía al público porque tenía unos nervios que estaba metido dentro de la nota, es decir solo mirando el brazo de la guitarra. Fue un recital en la Liga del Trabajo de Guichón”.
Tiempo después Peralta formó una orquesta que se llamó “Tropical III”, con la que recorrió toda la zona de influencia de Guichón.
“Ese grupo lo integraban Walter Susaya y Julio Nelsi, pero antes también estuve con Juan Carlos Azurica, un bandoneonista que a su vez tocaba el acordeón y tenía una formación tropical”.
En cuanto a sus proyectos, reveló su deseo de seguir creciendo como músico. “Mi ambición siempre está, porque además lo mejor para mí está por venir. Yo quiero trascender, es como una vocación que tengo de intentar salir de este medio y llegar a otro público. Aunque confieso que yo siempre fui un demorado, un poco por la falta de decisión. Tendría que haberlo hecho mucho antes, aunque nunca es tarde”.
Peralta cree que ahora lo miran diferente, porque a la gente le está gustando lo que hace. “Estoy tocando todos los viernes en la pizzería ‘La Estampa’ y ello me permite estar permanentemente ‘en el ruido’ y a raíz de eso he ganado muchas fiestas familiares, cumpleaños y encuentros de todo tipo. La verdad es que todas las semanas estoy tocando. Me está yendo muy bien, pero siempre a nivel local con dos o tres toques por semana”, comentó.
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