Paysandú, Domingo 23 de Enero de 2011
Opinion | 22 Ene La tasa de desempleo del 6,1 por ciento de nuestro país, la menor desde la dictadura, de acuerdo a lo que informa el Instituto Nacional de Estadística, sería indicativa de una sustancial mejora en la economía del Uruguay y por ende de una repercusión socioeconómica beneficiosa, ante un parámetro que sirve para medir el real escenario de países que por ejemplo pueden tener indicativos de un alto crecimiento del Producto Bruto Interno y del ingreso per capita, y que sin embargo no ven reflejados en su población los beneficios de la supuesta bonanza.
Este es precisamente el punto por el cual debe manejarse con cuidado la relatividad de los parámetros, porque cuando se habla de crecimiento, de evolución favorable, de nivel ocupacional, debe tenerse presente cual es el punto de partida, la tendencia que se observa en forma sostenida y fundamentalmente, la sustentabilidad de la mejora, cuando ésta se da.
Tomar cualquiera de estos elementos aislados en un momento dado no solo es un error, sino que puede distorsionar groseramente la realidad, en tanto asimismo corresponde considerar que un país, ni siquiera uno pequeño como Uruguay, no es un todo uniforme, sino que hay zonas que son radicalmente diferentes a otras, y también la evolución que en ellas se observan.
Con estos elementos ya manejados como condicionantes, es posible hacernos una composición respecto a como estamos parados en la realidad nacional y regional, en una coyuntura internacional favorable –este aspecto sí es indiscutible—para países como Uruguay, que tiene una alta demanda y consecuentes precios elevados por sus commodities de origen agropecuario. Considerando todo esto, quizás sería más lógico tomar como referencia a Nueva Zelanda, un país exportador de carnes y lácteos de 4 millones de habitantes y una superficie un poco mayor que la de Uruguay, en lugar de compararnos con una Europa coyunturalmente envuelta en una crisis histórica, y no solo considerar la desocupación, sino el nivel de vida de su población, ingresos promedio y niveles de pobreza.
De todas maneras, como directa consecuencia de estas condiciones la Organización Internacional del Trabajo (OIT) da cuenta que los países de América Latina y el Caribe lograron una sustancial recuperación del empleo tras la crisis financiera internacional, y que esta tendencia se mantendrá en 2011, con índices que van entre el 5 y el 8,5 por ciento, que son mejores que los de varios países del viejo continente afectados sensiblemente por el fantasma del desempleo y abrupta caída de su actividad económica como derivación de la crisis internacional de 2008 y las necesidades de ajuste fiscal en países del primer mundo.
De acuerdo a un informe de la cadena Inglesa BBC Mundo, en el que analiza el escenario uruguayo, “las empresas se están empezando a quedar sin trabajadores para incorporar. Es complicado conseguir mano de obra en Uruguay, no solo calificada, sino personas con buena disposición para trabajar”, recogiendo expresiones del economista Alfonso Capurro, de la consultora CPA Ferrere, quien consideró que las empresas se están empezando a quedar sin trabajadores para incorporar.
Por su parte Federico Muttoni, gerente de la consultora de recursos humanos Advice, evaluó que “el crecimiento sostenido de la economía en los últimos años, el aumento de la inversión extranjera directa como nunca antes, el crecimiento agrícola y forestal, ha generado nuevos puestos de trabajo y ahora es difícil satisfacer la demanda de técnicos”.
Pero estas visiones de los técnicos darían la pauta de una realidad que lamentablemente no es la misma que apreciamos por estos lares, pese a que también está repercutiendo en Paysandú --por lo menos en lo que refiere a la demanda del consumo--, la bonanza de que está disfrutando el país, y que esperemos que dure el máximo posible.
Decir que en Paysandú hay poco desempleo es caer en una gruesa inexactitud, ante una realidad que rompe los ojos, cuando una y otra vez se generan largas colas y centenares de solicitudes ante los escasos llamados y requerimientos de empleo en nuestro medio, y mucho más aún si tomamos en cuenta que grandes empresas que han sido emblemáticas en el Paysandú industrial que nació sobre fines de la década de 1940 están atravesando dificultades para sostener su plantilla laboral y aún su actividad, con el fantasma de los envíos de trabajadores al Seguro por Desempleo, incluyendo despidos en algunos casos.
Y las mejores condiciones de trabajo que se han generado en emprendimientos agroindustriales forestales y frutícolas en algunas áreas del interior departamental profundo, no alcanzan para compensar esta situación que vemos sobre todo en el ámbito urbano, donde jóvenes egresados no encuentran ocupación y la poca que se genera es de menor calidad y bajos ingresos, en tanto es cierto sí, como establecen las estadísticas nacionales, que tampoco hay oferta de técnicos y la mano de obra calificada que requieren algunos emprendimientos.
Quiere decir que además de baja demanda de mano de obra no especializada --la gran mayoría de los que necesitan ocupación--, tenemos por otro lado que hay un requerimiento desfasado de empleo calificado que no se está en condiciones de satisfacer, por falta de preparación.
Esta particular realidad sanducera, que seguramente no es solo nuestra sino también de gran parte del Interior, exige respuestas a tono del gobierno nacional, que es el que determina las políticas que inciden en esta problemática.
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