Paysandú, Lunes 24 de Enero de 2011
Opinion | 19 Ene Los reality shows de la televisión forman ya parte de nuestra vida, del mismo modo que los noticieros o las telenovelas. Por un lado simulan una vida cotidiana que de tal no tiene nada, pues se reúne en una misma casa a una veintena de personas totalmente desconocidas entre si y en franca competencia. Por otro, tratan de exponer un estilo de vida deseable, donde lo que parece importar es la belleza física, la competencia, la conspiración, el engaño y el desparpajo.
Como si todo eso fuera poco para dejar en claro la forma de vida que no debería ser, destrozan el lenguaje y hacen del insulto una forma de comunicación habitual y cotidiana. Pues no, el insulto no es una forma de expresión que esta o cualquier otra sociedad deba aceptar y menos usar.
El insulto, ni más ni menos, es la descalificación del otro, la anulación del prójimo, un golpe en el rostro, o en el medio del estómago. Pero la sociedad se está acostumbrando. Y con esa particular facilidad que se tiene para adaptar lo malo como propio, trasladamos lo que vemos en la televisión basura a nuestra vida. Con esto, ergo, solamente alcanzamos el nivel de lenguaje basura.
Pero lo peor de todo no es que aceptemos y adoptemos lo que vemos en la televisión, que gocemos con una buena pelea mediática con los más grandes insultos y provocaciones posibles y permitidas para el horario de emisión.
Lo que realmente preocupa es que quien mal habla mal piensa. Simple y contundente como eso. No es cierto que haya insulto justificable. Ni que lo usemos como forma amistosa de comunicación. La impunidad del insulto debe ser combatida. Porque no le hace bien a ésta ni a ninguna otra sociedad. Porque nos vuelve desaprensivos. Porque nos hace luchadores solitarios en un mundo en el que es mejor codo con codo.
En este mundo del revés ni siquiera imaginado por María Elena Walsh, quien habla correctamente pasa desapercibido. Quien grita, insulta, ofende, ese recibe la atención de todos. Parece que quien insulta se compromete y que quien respeta no.
Pues no. Lo que está bien, está bien. Se use en los programas de televisión o no. Es tiempo de volver a pensar las palabras antes de emitirlas. Es momento de combatir el lenguaje basura del mismo modo que se advierte de los peligros de la comida chatarra. Porque es perjudicial para la salud de quien lo usa y de quienes lo escuchan. Es tiempo de volver a usar el lenguaje para comunicarnos.
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