Paysandú, Martes 25 de Enero de 2011
Opinion | 18 Ene Durante el reciente encuentro con su par sanducero Bertil Bentos, el intendente de Colón, Hugo Marsó, volvió a referirse, como meses antes, al puente “General Artigas” como “la muralla china” entre Uruguay y Argentina, y por supuesto, no le falta razón en sus apreciaciones ante un escenario que desde hace muchos años, desde prácticamente la construcción del tendido binacional, venimos denunciando a través de las páginas de EL TELEGRAFO.
Verdadero templo de la burocracia y de la sinrazón, el tendido inaugurado en 1975 ha sido suelo fértil para que crecieran y florecieran trámites pensados para obstaculizar en lugar de favorecer la integración, que sigue hoy tan pendiente como entonces, en tanto la administradora del tendido, la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), sólo está para recaudar. Hasta el momento no se ha encontrado una solución al problema ni siquiera para situaciones puntuales previsibles y que se repiten todos los años, como es el caso de la Semana de la Cerveza o la Fiesta de la Artesanía, o como sucede ahora en los recambios de turistas durante el verano. Por otra parte, no existe una política de integración regional que favorezca el tránsito vecinal, y la antigua “tarjeta verde” del vehículo que acotaba los trámites fronterizos fue sustituida hace varios años por la tarjeta magnética de CARU, que solo sirve para el descuento del peaje. Mientras tanto, el potencial turismo por el día que podría captar nuestra ciudad debe pagar por una visita de pocas horas más peaje que la suma de todos los boletos de autopista desde Buenos Aires hasta Colón. Lo lógico sería eliminar la “tarjeta vecinal” y cobrar la tarifa completa en un solo sentido si el viaje es por menos de 24 horas –presentando el tique a la vuelta--, como se hace en el cruce de Rosario-Victoria entre las provincias de Entre Ríos y Santa Fe, ahorrando así trámites burocráticos y fomentando verdaderamente el tránsito vecinal.
Hace pocas horas se acordó que los intendentes de Paysandú y Colón volverán a insistir ante sus respectivos gobiernos para que durante la Fiesta Nacional de la Artesanía de Colón y la Semana de la Cerveza de Paysandú los residentes de hasta cien kilómetros a la redonda puedan pasar libremente por el puente internacional Paysandú-Colón, con solo pagar el peaje.
“Cuando la Copa América (de Selecciones de Fútbol, 1995) se pudo hacer, porque estaban involucrados los porteños y los montevideanos, pero como acá ellos no están, no son tan rápidos para hacer las cosas que todos exigimos”, dijo Marsó en su despacho de la Municipalidad de Colón, en una reflexión en la que no le ha errado un ápice, teniendo en cuenta como se las gasta el poder central enquistado en Buenos Aires y Montevideo.
Bentos a la vez se comprometió a contactarse con urgencia con el ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Luis Almagro, y Marsó en hacer lo propio con el presidente de CARU, embajador Hernán Darío Orduña, con el objetivo de que los uruguayos de la zona puedan disfrutar de la Fiesta Nacional de la Artesanía, que se desarrollará entre el 5 y el 13 de febrero, y que los argentinos puedan hacer lo propio en la Semana de la Cerveza de Paysandú, entre el 16 y el 24 de abril. Los intendentes de Paysandú y Colón insistieron en la necesidad de “liberar el puente, pagando el peaje, pero dando facilidades para la integración turística”.
Por supuesto, ni Bentos ni Marsó están inventando la pólvora, desde que este planteo ha sido transmitido en reiteradas oportunidades, pero hasta el momento no ha podido concretarse con la amplitud deseada y solo en algunos casos se han tenido respuestas parciales y tardías, así como limitadas por las medidas burocráticas de los organismos de control.
Pero “estamos decididos a cambiar la situación, tenemos para beneficiarnos todos, estamos muy cerca para que un puente nos separe”, subrayó Marsó, manejando un argumento veraz que se ha expuesto hasta el cansancio por autoridades y fuerzas vivas locales, pero con escaso eco en la práctica en quienes tienen el poder de decisión en el poder central pero también en mandos medios de los organismos involucrados.
En esta coyuntura igualmente se cuenta con el elemento favorable de haber quedado atrás el conflicto por la instalación de la planta de celulosa, salvo en el grupúsculo de extremistas de Gualeguaychú, que ha saturado ya a los entrerrianos y hasta al propio gobierno argentino que en su momento lo apoyó, y en este proceso de recomposición de organismos binacionales y recreación de ámbitos como el Comité Binacional de la Hidrovía, y el Comité de Desarrollo Fronterizo Paysandú- Colón, nos encontramos con una base de apoyo para trabajar con la que no se contaba hasta hace poco, por lo que la voluntad expresa de los gobernantes locales de ambas orillas y fuerzas vivas genera espacios como para abrigar una moderada cuota de optimismo respecto a que de ahora en adelante pueda avanzarse por lo menos en algunas acciones como las que promueven ambos intendentes
Hay mucho para hacer en el marco de la problemática de la integración regional, con o sin asambleístas, por cuanto hay obstáculos que se levantan desde hace décadas para poder traducir en hechos la voluntad política puesta de relieve en uno y mil encuentros por los presidentes y otras autoridades de ambos países, pero principio quieren las cosas –parece mentira que estemos hablando de principio cuando el puente se construyó hace treinta y cinco años—y cuando hay voluntad de seguir adelante en pos de un objetivo, lo menos que se puede hacer es abrir una carta de crédito, pese a tantas frustraciones, con la expectativa de que esta vez las cosas puedan discurrir por otros carriles.
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