Paysandú, Miércoles 26 de Enero de 2011
Locales | 21 Ene Plantas medicinales y esencias. La naturaleza como fuente inagotable y manos femeninas que procesan la más diversa gama de alternativas, capaces de cortar un resfriado o eliminar alteraciones en la piel. El emprendimiento integra la Red de Plantas Medicinales del Uruguay --que opera en todo el país-- y funciona en una cabaña especialmente acondicionada en el predio del Club Queguay Canoas, a unos cuatrocientos metros del río Queguay y a 20 kilómetros al noroeste de Guichón. Originalmente, estaba integrado por 25 mujeres, pero por diferentes motivos algunas se fueron alejando.
Ana Lanouguere (52) es madre de tres hijos y aceptó compartir detalles de la atrapante aventura de elaborar productos medicinales en base a plantas nativas que crecen en el monte del Queguay. Arrayán, Arazá, Ñapindá, Uña de Gato, Pitanga y Marcela son algunas de las especies que el monte nativo del Queguay conserva, y que a su vez son cuidadas a efectos de su procesamiento y comercialización, apuntando a un público particularmente diverso.
Ana creció en un entorno donde era habitual la utilización de hierbas para calmar desde un malestar estomacal hasta una jaqueca. Eran tiempos donde los llamados remedios caseros solucionaban los más diversos problemas de salud.
“Aprendí a utilizar hierbas medicinales a través de una señora conocida, que me preguntó si me gustaba y yo acepté. Porque yo crecí en ese medio. En casa siempre se usó la medicina casera, como le decimos hoy. En definitiva se trata de una medicina alternativa que es utilizada en países como Cuba. Si bien en el medio hay mucha gente que al principio miraba con extrañeza y le llamaba la atención, ahora están embarcadas casi que en el mismo tren”, relató Lanouguere. La productora confesó que “no es un trabajo fácil de hacer, porque hay que estar dispuesto a trabajar con bajas temperaturas, en invierno, para cortar las plantas o en verano, cuando el sol todo lo quema. En mi caso a veces vengo en la moto y me paso varios días trabajando. Aunque habiendo material el resto de las compañeras se acercan y dan una mano con los procesos de elaboración”.
Lanouguere, que desde hace tres años estudia sobre plantas medicinales, explicó además que “contamos con el apoyo de una química farmacéutica y de médicos que nos asesoran permanentemente”, puntualizó.
Alcance nacional
“Nosotras integramos la Red de Plantas Medicinales del Uruguay --que opera en todo el país-- y la Botica del Señor es uno de los comercios que compra estos productos que tienen su proceso en el lugar de origen”, añadió.
Si bien los productos todavía no se comercializan en Paysandú ciudad, los talleres efectuados en la Escuela Agraria en Alternancia y en la Escuela Técnica (UTU) en Guichón, han permitido generar un interesante circuito de comercialización, que incluye a los habitantes de la zona.
“Las plantas tienen un uso muy amplio y deben pasar por un proceso --desde el momento en que se corta la hoja--, porque arrancar una planta no es como ir al jardín de nuestra casa y cortar una flor. En todo este proceso tienen mucho que ver los métodos utilizados por nuestros antepasados indígenas, ya que los procedimientos son similares. Nos regimos por el comportamiento de la Luna y el Sol. Por ejemplo, es muy bueno cosechar a la mañana, teniendo ciertos cuidados al momento del corte, pensando en la siguiente generación de plantas y así garantizar la reposición. Yo soy muy celosa de todo eso. La conservación y el cuidado siempre tienen que estar presentes”, agregó.
El proceso incluye seleccionar la mejor parte de la planta. El trabajo es totalmente manual y los cortes se efectúan con tijeras, seccionando prolijamente las hojas para que el consumidor no reciba “un montón de yuyos todos rotos”. Además hay que tener mucho cuidado, porque la clientela conoce muy bien lo que está comprando. El proceso también cuenta con una etapa de secado en una sala especialmente acondicionada.
Paralelamente al proceso efectuado con plantas medicinales, se elaboran otros productos en base a estas hierbas, tales como tinturas. En estos casos se utilizan aditivos tales como alcohol y agua destilada, a través de un celoso proceso de estacionamiento basado en el comportamiento de la Luna.
Al respetar estos procesos naturales, el producto adquiere mayor durabilidad y estabilidad, asegurando además un efecto prolongado.
“Es importante ver cómo la gente que reconoce el efecto del producto regresa nuevamente. Recién ahí es donde se puede evaluar la calidad de lo que estamos produciendo. Porque no se trata de perseguir solamente un fin comercial, porque tengo en claro que lo hago por mi propia fe. Es por eso que quiero que prueben los efectos de las plantas nativas”, explicó.
Otro de los productos naturales que se elaboran son fragancias, lociones y aceites para el cuidado de la piel. “Por ejemplo la crema en base a Marcela es curativa y cicatrizante y también previene el cáncer de piel generado por el sol. Resultados que los he comprobado personalmente tras unas manchas que me habían salido en la cara y la verdad es que he mejorado significativamente. Estos productos se utilizan para embarazadas. También preparamos almohadillas con semillas de linaza o alpiste con hierbas para el descanso de la vista. Aunque también son utilizadas para insomnio, dolores de cabeza, asma y otros malestares”, concluyó.
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