Opinion | 24 Ene De acuerdo a lo anunciado en las últimas horas por el titular del Ministerio de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimermann, esta cartera abrirá en breve la licitación para generar 150 megavatios en base a energía eólica, en tanto en abril, en forma complementaria, se licitarán otros 150 megavatios en base a este impulsor. Aseguró que la finalidad es promover esta fuente de energía renovable frente al buen rendimiento que presentan los parques ya existentes, cuya generación supera los estándares mundiales.
Consideró que en el marco de su gestión, 2010 fue un buen año en materia de creación de normas que establezcan pautas claras para la microgeneración y el desarrollo de una industria nacional en esta materia, así como también en la generación de biomasa, a la vez de agregar que para la generación con biomasa se cuenta con un decreto y la fijación de un precio para la compra de combustible por parte de UTE.
A juicio del secretario de Estado también se avanzó en cuanto a los programas de eficiencia energética tanto a nivel del Estado como en el transporte, al punto que 2010 cerró con un decreto que disminuye el Imesi para los autos con menor cilindrada y los autos eléctricos e híbridos, con las miras puestas en racionalizar el uso de carburantes.
Es plausible que las proyecciones energéticas para este año incluyan la duplicación de la generación actual por energía eólica a través de dos llamados, mientras se planifican los pliegos para licitar una central de ciclo combinado a efectos de asegurar el suministro de energía de base, puesto que la energía eólica varía de acuerdo a los vientos.
Asimismo, las evaluaciones indican que los parques eólicos uruguayos actuales están generando por encima del promedio mundial, por lo que se tiene buenas expectativas sobre el desarrollo de esta industria a nivel nacional. Paralelamente nos encontramos con la circunstancia de que Argentina está con dificultades para vendernos electricidad, y que por lo tanto UTE ha resuelto poner en marcha alternativamente las tres represas hidroeléctricas sobre el río Negro para compensar el déficit de generación que pretendía paliarse importando energía desde el país vecino.
La apelación a las energías renovables, que debería haber sido una constante desde hace muchos años en materia de política de Estado, a lo que deberían atenerse por lo tanto todos los organismos vinculados con el sector –ello incluye por supuesto a UTE y Ancap— ha llegado tarde a nuestro país, donde se ha perdido mucho tiempo en marchas y contramarchas por decisiones sobre todo controvertidas de UTE, mientras en estas horas nos ha llegado la mala nueva de que todo indica que el precio del petróleo seguirá la tendencia alcista para situarse ya por encima de los cien dólares el barril.
Por contraste, es alentador el anuncio de esferas gubernamentales en el sentido de que en pocos años, tal vez en 2015, el panorama va a mejorar, porque vamos a contar con respaldo de generación con energías renovables que se espera situar en los 500 megavatios, aunque en realidad, tal como vienen las cosas, por ahora este anuncio no pasa de un enunciado de buenos deseos ante el perfil de la crisis energética.
Actualmente la generación por energías renovables se limita a solo 50 megavatios efectivos, procedentes de la planta de celulosa de UPM, los parques eólicos y las plantas de biomasa, tanto las pocas que lo hacen en forma permanente como las que trabajan en el mercado spot u ocasional, como la de Azucarlito.
Es decir que estamos aprovechando apenas una mínima parte del gran potencial que tiene el país para generar en base a energías renovables, y ello es directa consecuencia y responsabilidad de los gobiernos que han llevado adelante decisiones equivocadas y aisladas en su momento, cuando cada uno trató de imponer su visión en determinado momento sin responder a un rumbo enmarcado en una política de Estado que nos pusiera a cubierto de avatares como los que estamos atravesando año a año, cuando las sequías nos sacuden cual hoja al viento.