Paysandú, Miércoles 02 de Febrero de 2011
Opinion | 01 Feb Uno de los temas que acaparó la atención en el Consejo de Ministros de esta semana fue la educación y, en particular, el resultado de la prueba PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, en sus siglas en inglés), que se aplica periódicamente a los estudiantes liceales de 15 años para conocer su nivel de competencias en materias básicas como Matemática y Lengua, entre otras.
En su última edición participaron casi 6.000 adolescentes uruguayos que asisten a 232 centros educativos, tanto públicos como privados. Los resultados ubican a Uruguay en el puesto 47º dentro de 67 países participantes; esto marcó un descenso desde el puesto 42 alcanzado en 2006.
Durante la conferencia de prensa posterior a la reunión del Ejecutivo el titular de Educación, Ricardo Ehrlich dijo que esos resultados “generan preocupación en todos los ámbitos”, que “el tema entró en la agenda con mucha fuerza” y que a partir de mediados de febrero comenzarán una serie de intercambios entre las autoridades y los jerarcas de la educación, quienes deberán presentar sus propuesta para el quinquenio.
En la última edición de la prueba el 42% de los jóvenes que participaron obtuvo puntajes que los ubican por debajo del umbral de competencia, mientras que sólo el 10% mostró un desempeño destacado. A la vez, Uruguay se ubica entre los cuatro países con mayor rezago a la edad de 15 años, es decir, con mayor repetición.
Detrás de estos resultados se esconden algunos de los más serios problemas de la enseñanza media, cuestiones que no tienen que ver sólo con cuánto aprenden los estudiantes sino con el contexto de esos aprendizajes. Cuestiones referidas al espacio locativo, la asignación de recursos a los centros educativos, la práctica pedagógica y la necesidad de profesionalización del profesorado, las características de la gestión educativa en la enseñanza media que, al decir de la presidenta del Consejo de Secundaria adolece “de una cultura institucional vertical y adultocéntrica que no permite el disenso, que no trabaja los contenidos sobre la idea de la transformación sino de la repetición, a la que le cuesta enormemente producir novedad”. A todo esto –y más-- hay que agregar la realidad de los diferentes sectores socioeconómicos de los cuales provienen los estudiantes y tendremos un complejo entramado de variables referidas a la educación sobre el cual hay ya demasiados diagnósticos y muy pocas propuestas de cambio. Es de esperar que este sea el año para comenzar a transitar por acuerdos a largo plazo para encauzar las transformaciones educativas que tanta falta hacen.
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