Locales | 02 Feb Una treintena de fanáticos de “Los Iracundos” y de Eduardo Franco, junto a María Karlowicz (Dana), esposa del cantante y compositor del grupo, conmemoraron el vigésimo segundo aniversario de su fallecimiento, ocurrido el 1º de febrero de 1989. Se reunieron frente al busto que lo recuerda, en avenida España a metros de Bulevar Artigas, y algunos de ellos colocaron una flor en su recuerdo. Hicieron uso de la palabra Olga Flores y la directora de Museos de la Intendencia de Paysandú, María Julia Burgueño, además de algunos de los fanáticos presentes.
En diálogo con EL TELEGRAFO, Dana aseguró que “este día es por un lado muy triste, porque Eduardo sé fue muy joven, a los 43 años; no se por qué Dios lo quiso llevar tan pronto”. Pero, al mismo tiempo “estoy contenta. Eduardo siempre me decía: ‘No me importa el dinero, pero me encantaría que mi música permanezca, que no se pierda, que después que yo no esté esta música se siga escuchando’. Y se cumplió lo que soñaba”.
“Después de 22 años hay 41 grupos que se llaman Los Iracundos y están difundiendo su música. No hay nada nuevo. Se cumplió lo que Eduardo quería. Su música perdura. Sus letras sencillas, que hablan de las cosas lindas de la vida. Nunca tuvo ideología política, nunca fue contestatario. Hablaba del amor, del desamor. Explotó su imaginación y su imaginación perdura”, subrayó la viuda del compositor.
“Me pone contenta esta fecha, que supuestamente tendría que ser triste, porque me encuentro con tanta gente amiga que nos está acompañando”, comentó Dana.
Pero, al mismo tiempo, no pudo ocultar su impotencia porque varios mercados donde se propala por medios de difusión pública o en conciertos la música de Eduardo Franco, no se pagan los correspondientes derechos de autor. “Los únicos países que recaudan bien el derecho de autor son Estados Unidos, España y Chile. En Uruguay no se cumple. Y en Perú y Ecuador, donde la música de Eduardo se toca permanentemente, nunca pagan nada. A veces entra algo de Colombia o de México. Pero hay muchos que nada pagan. No es justo. Eso sí me duele mucho, porque es su trabajo de toda la vida. Es por lo único que a veces estoy enojada”, concluyó.