Paysandú, Jueves 10 de Febrero de 2011
Opinion | 04 Feb Un reciente informe dado a conocer por el Instituto Nacional de Estadística (INE) basado en la encuesta de hogares, revela que Uruguay tiene la peor tasa de aprobación liceal del Mercosur, e incluso entre las cifras que se difunden se indica que el 75 por ciento de los uruguayos mayores de 15 años no terminó la enseñanza secundaria.
Asimismo, otro de los datos que se maneja da cuenta que el 48% de los uruguayos tampoco logró terminar los primeros tres años de liceo o enseñanza básica.
Estas cifras poco alentadoras por cierto, respecto al rumbo de nuestra educación, se reafirman por la conclusión del estudio en el sentido de que Uruguay está posicionado en el peor lugar del Mercosur, detrás de Paraguay, que tiene al 63,6% de sus ciudadanos sin haber terminado el liceo, según la encuesta ampliada de hogares de 2009.
A la vez Argentina es el país mejor ubicado en la región, con el 51,7 por ciento de los mayores de 15 años sin terminar el bachillerato, y en Brasil hay un 61,4 por ciento que tampoco lo ha logrado.
Estas cifras no hacen más que demostrar lo que se percibe a simple vista, con el agregado de que lejos de dar señales de reversión, esta tendencia se ha ido agravando en los últimos años y tiene manifestaciones indeseables, como el hecho de que no solo estamos ante una creciente deserción en enseñanza secundaria, sino que un alto porcentaje de los jóvenes no estudia ni trabaja, y ello es aún más preocupante.
La subsecretaria de Educación y Cultura, María Simon, manifestó al diario El Observador que las cifras del INE sobre el nivel de los estudiantes de Secundaria “son malas y preocupantes”, y que “se debe comenzar por reconocer la actual situación para poder mejorarla”. Este llamado de atención no está demás, porque aunque los números golpean los ojos desde hace tiempo todavía hay quienes sostienen que las cosas en la enseñanza han ido mejorando en los últimos años.
La jerarca reconoció que son varios los indicadores negativos que se encuentran en el Anuario 2009 que fue presentado por el Ministerio de Educación y Cultura en diciembre de 2010, y destacó que “allí se ve que un 66% de los estudiantes de entre 14 y 15 años terminó Educación Primaria, un 64% culminó tercer año de liceo y sólo el 35% completó la Secundaria”.
Por añadidura se registra una “iniquidad de tipo geográfica y socioeconómica” por la que los alumnos que pertenecen a los estratos sociales más pobres y que viven en las zonas más aisladas son los que más abandonan el sistema educativo por las dificultades que tienen para continuar estudiando.
Incluso, a esta defección se agrega el factor de la “extra edad” que presentan muchos alumnos que cursan Secundaria con más años de los que deberían tener, como consecuencia de la repetición.
Estos elementos que maneja Simon son absolutamente ciertos, y son solo parte de un diagnóstico mucho más amplio de esta problemática, que precisamente por su causalidad diversa también requiere respuestas diversas, que no se limitan solo al ámbito educativo formal, desde que existe una degradación generalizada de valores en la sociedad, que repercute en niños y jóvenes y se realimenta de cara a las futuras generaciones y sobre todo en la problemática que viven amplios sectores de la comunidad.
De todas formas Simon dijo que el gobierno quiere contribuir con una educación pública “de buena calidad y equitativa” y entiende que en la sociedad uruguaya existe una visión “nostálgica” respecto a los niveles educativos, la cual no coincide del todo con la realidad, y argumentó que “también la educación tiene sus tiempos, la calidad no se logra de un momento para otro. Hay que armarse de paciencia y no pensar que no porque se otorgan más recursos habrá cambios más drásticos”, dijo.
Estos datos han surgido pocos días antes de la reunión que se mantendrá en la Torre Ejecutiva el próximo 14 de febrero entre el Poder Ejecutivo y autoridades de la enseñanza, a efectos de evaluar el escenario de la educación y pese a que Simon dijo que esta instancia no representa ninguna “invasión de la autonomía”, es evidente que la inquietud ante este escenario ha hecho mella en el gobierno y le ha animado a dar este paso de considerar la situación con los gremios y autoridades de la enseñanza.
Ahora, el analizar para proponer, por supuesto, no implica invasión de autonomías, como bien expresaba la subsecretaria, pero debe tenerse presente de que desde la Administración Vázquez se ha cometido el grave error, plasmado en la Ley de Educación, de ir transfiriendo cuotas de poder a los gremios, que son juez y parte en un tema en el que también los docentes están en el banquillo de los acusados por la pérdida de calidad en la enseñanza.
No es todo el problema, ni tal vez tampoco el más importante, desde que la vastedad de la problemática indica que la decadencia empieza desde el núcleo familiar, en el desdibujamiento de valores en determinados círculos y en gran medida en la sociedad toda, así como en la falta de adecuación de la formación para la inserción laboral.
Pero por algún lado hay que empezar a hacer algo, y si se parte de un diagnóstico más o menos acertado, por lo menos es posible barajar eventuales respuestas, para no quedarnos cruzados de brazos viendo como la realidad nos pasa por encima, como está ocurriendo, y los gremios mientras tanto siguen reclamando más y más recursos, como si este fuera todo el problema.
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