Opinion | 10 Feb Según datos del Instituto Nacional de Estadística, la deserción de los estudiantes uruguayos se da básicamente entre los 15 y los 17 años y es mucho mayor en los sectores socioeconómicos bajos. Según datos del 2009 de la Encuesta de Hogares Ampliada hasta los 14 años la concurrencia a centros de educación es alta y casi homogénea en todos los sectores.
El estudio también señala que Uruguay tiene los porcentajes más bajos del Mercosur de egresos de ciclo básico y superior de Secundaria. El 48,1% de las personas con 15 o más años de edad no alcanzaron a concluir la educación secundaria básica. En Paraguay ese personaje llega al 41,4%, en Argentina al 38% y en Brasil al 33,5%.
La situación es la misma si se analiza la cantidad de personas que no terminó la educación secundaria superior: Uruguay llega al 75,3%, en Paraguay al 63,6%, en Brasil al 61,4% y en Argentina al 51,7%.
El informe señala que la mala performance de nuestro país para completar los ciclos de la enseñanza secundaria ha sido atribuida, al menos en parte, a los altos niveles de repetición, rezago acumulado y alta deserción.
La deserción vinculada a razones económicas se hace notoria entre los 15 y los 17 años, tramo en que la asistencia a las aulas de los adolescentes de hogares pobres cae al 60% mientras en los hogares más ricos supera el 90%.
En los últimos años el sistema educativo ha instrumentado diversos programas para facilitar a los estudiantes terminar la enseñanza media pero los resultados no son los esperados.
Al asumir como presidente hace casi un año Mujica prometió “educación, educación y más educación” y las últimas mediciones internacionales hay reafirmado estudios locales referidos a la dificultad para que nuestros jóvenes terminen la enseñanza media. Ahí está el gran desafío del sistema educativo para los próximos años.
Las autoridades deberán ser lo suficientemente creativas como para revertir el complejo problema que existe en las aulas porque en un país pequeño como el nuestro resulta fundamental la apuesta al conocimiento para mejorar la calidad de vida de la población. Es necesario mejorar el acceso a la Universidad, especialmente en el Interior --algo en lo que se está avanzando sostenidamente-- pero también mejorar la oferta en formación en oficios y, especialmente, de la forma de funcionamiento del sistema y sus relaciones con la sociedad en la cual está inmerso. Se impone un cambio que será complicado, que no se puede eludir e intentarlo siempre valdrá la pena.